miércoles, 30 de marzo de 2011

Derechos humanos bajo ataque

Han sido intensos en noticias graves y sensibles estos últimos días. Grave, la del asesinato de siete personas , al parecer torturadas y ejecutadas por sicarios, en Morelos. Una mujer y seis hombres, uno de ellos, Juan Francisco Sicilia, el joven hijo del poeta, articulista, ensayista y editor de la revista cristiana crítica Conspiratio (www.conspiratio.com.mx/), colaborador de La Jornada Semanal y de Proceso, quien se encontraba en Filipinas en lecturas de poesía. El joven torturado y asesinado, Juan Francisco Sicilia, participó con su padre en movimientos sociales en defensa del ambiente, el patrimonio histórico y los derechos en el estado de Morelos, así como en actividades convocadas por el EZLN. Javier Sicilia, discípulo de Iván Illich, ha sido crítico de la violencia y de la desastrosa y violatoria de los derechos humanos “guerra contra el narco”. El crimen ha concitado la condena de la sociedad en Morelos y en el país, así como la solidaridad con el poeta y la exigencia de justicia. La noticia de este crimen ocurrió en un contexto de denuncias de acoso judicial a los defensores de derechos humanos en Chiapas, emitida por los centros de derechos humanos Digna Ochoa, de Tonalá, cuyos integrantes han sido presos de conciencia; el Fray Bartolomé de las Casas y el Fray Matías de Córdova y Ordóñez AC, de inspiración cristiana todos ellos. Varios de los abogados e integrantes de estos centros han sido detenidos y liberados, vulnerando incluso los amparos de algunos de ellos. En cambio, en Guerrero, tras una fuerte presión nacional e internacional, absolvieron a David Valtierra, Silverio Matías y Genaro Cruz de los cargos prefabricados para perseguirlos por su participación en la amuzga y comunitaria Radio Ñomndaa. Siguen pendientes los procesos contra otros indígenas de Suljaa contra quienes hay pendientes órdenes de aprehensión por la misma causa: defender su autonomía y su radio comunitaria. Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero Tlachinollan, recibió el premio de derechos humanos de Amnistía Internacional. Entre otros casos, graves, como asesinatos políticos y violaciones cometidas por militares, Tlachinollan ha llevado la defensa de los integrantes de Radio Ñomndaa. En Oaxaca, reportaron que está sano y salvo el reportero Roger Valle, quien tuvo que exiliarse de Huajuapan de León después de ser agredido por un grupo de choque priista. El periodista participó en la caravana a Copala que fuera balaceada y donde murieron Jyri Jaakkola y Bety Cariño. En esa ocasión los paramilitares de la UBISORT lo amenazaron de muerte. En medio de este tipo de noticias de violentas agresiones a comunidades y pueblos, la noticia de que en Temacapulín, Jalisco, pararon la obra de la presa El Zapotillo sigue destacando por su contundencia. Los integrantes del Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo y de organizaciones solidarias e integrantes del Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos se han declarado en plantón en el lugar hasta que las obras se paren definitivamente. El movimiento opositor a la presa El Zapotillo ha ganado jurídicamente el caso, pero las autoridades no han dado cumplimiento al cese de la obra y ésta seguía en construcción, ilegalmente, amenazando con inundar poblaciones cercanas a ambos lados en los estados de Jalisco y Guanajuato. En México a los defensores de derechos humanos los asesinan, desaparecen o persiguen, mientras en el extranjero los premian, les conceden la razón y piden que cese la violencia en su contra. Y ante la total pasividad de las autoridades o su clara colusión en la violación de los derechos, los defensores de la autonomía, el territorio, el medio ambiente y los derechos de los pueblos tienen que hacer las cosas por sí mismos: abrir una radio o parar una presa ilegal. México.

martes, 29 de marzo de 2011

La hora de la verdad para el PRD


Trece de las muchas maneras de convertir un partido político de izquierda en una lata de sardinas. 1) Coloque en el centro, en el único centro de su vida, sagrado y unidimensional la lucha electoral. No lo diga, pero en el fondo de su corazón mantenga la firme creencia de que las luchas sociales estorban los momentos claves y definitorios de la vida del partido, los verdaderos, que tiene que ver con la selección de candidatos, las campañas electorales, las reuniones para medir las fuerzas y repartir las cuotas, el reparto de zonas de influencia.


2) Convierta a una buena parte de los militantes en asalariados, que dependan para su supervivencia del aparato y la jerarquía. Salve a esa militancia de trabajos mal pagados de maestros, chambas de medio tiempo, ventas de miel de colmena que manda la abuelita o enciclopedias británicas a domicilio. Aproveche que toda una generación de militantes, la de los 60-70, está quemada económicamente, que deben la renta y ellos están tres meses atrasados con la pensión alimentaria. Construya un partido «moderno» de empleados y no de activistas. Conviértase usted mismo y toda la dirección nacional en asalariados de lujo, con prebendas, asistentes, choferes paseadores de esposas y esposos, ayudantes que hacen el súper. Dé por buena la teoría de que un diputado tiene derecho a ganar 50 veces lo que gana un obrero. Reparta cargos de elección popular, de administradores públicos; cree centenares de asalariados del propio partido a nivel municipal, delegacional, estatal, nacional. Distribuya infatigablemente creando empleos y no apoyos económicos para la realización de tareas. Reparta esos empleos generando lazos de afinidad con los que los reciben, deudas a ser pagadas, fidelidades, servidumbres. Construya paulatinamente una situación en la que en la cabeza de los militantes aparezca la idea de eternidad asociada a la idea de chamba. Establezca que la única continuidad en la vida es la del empleo que ofrece el partido. Que en la realidad política mexicana se puede construir una rueda de la fortuna donde nomás se va cambiando de asiento: de regidor de ayuntamiento a miembro de dirección estatal, a diputado, a senador, a viceministro.


3) Abandone cualquier radicalismo. No sólo el radicalismo no es «moderno», sino que espanta. En la realpolitik lo políticamente correcto no tiene aristas. Ponga de moda la noción de que lo ideal es el centro, que el centro atrae votos indecisos, gana elecciones. Dé por buena la idea muy estadunidense de que se gobierna con las encuestas, que no se trata de convocar a la población y llevarle visiones, reflexiones, ideas, sino que se trata de adoptar sus dudas, sus miedos, sus prejuicios. Declárese ferviente partidario de la búsqueda del centro, aunque no lo diga. No permita que por ahí se ande diciendo que en política el centro es la nada.


4) Convierta todo debate de ideas en un debate de posibilidades. Ponga siempre por delante la idea de que el objetivo es alcanzar el poder. ¿Para hacer qué con el poder? Eso no importa. Despolitice la política, vuélvala un juego de posibilidades donde los principios se desvanecen, las ideas del cambio profundo pasan al rincón de los juguetes viejos, la utopía es considerada una mala palabra. Declare abolido el trabajo de formación política. Declare difuntos a Marx y a Sandino, a Ho Chi Minh y a Pancho Villa, al cura Hidalgo (excepto en ceremonias) y a Bakunin. Simplemente no son modernos. Acepte pragmáticamente cualquier tipo de alianza, con quien sea con tal de medio ganar una elección. Alíese con el que despide electricistas, con el que está en contra de las leyes progresistas del aborto o el matrimonio homosexual, con el que declara al Fondo Monetario Internacional su santo patrón. Ignore esas pequeñas diferencias con tal de ganar-perder una elección.


5) Dé por buena la idea de que una pequeña parte de corrupción es admisible, no mucha, no saqueadora, apenas funcional; que no tiene nada de malo recibir apoyos económicos de un gobernador priísta o que un alto funcionario panista le ofrezca a su grupo tres camionetas.


6) Adquiera los estilos y las formas del poder, conviva respetuosamente con el enemigo, reúnase frecuentemente con él en restaurantes y cantinas, salúdelo amablemente cuando lo tenga en el asiento de al lado de una Cámara de Senadores. No les crea a los que andan diciendo que existe el contagio por contacto.


7) Haga suya y de corazón toda norma burocrática. Donde manda la normatividad, que le valga verdaderamente madre el sentido común, el pensamiento racional, la sensatez. No permita bajo ninguna manera que la sensibilidad estorbe al procedimiento. Olvídese de cualquier intento de simplificación administrativa. Diga frecuentemente cosas como: «Ni modo, así hay que hacerlo.»


8) Cambie el lenguaje, hable de canicas y de recursos. Cuando le hablen de «programa» responda: ¿En qué canal?


9) Viva en un país en una de las más profundas crisis de su historia y logre que a pesar de ello, le valga absolutamente sombrilla. Convierta la política en un acto reactivo y no propositivo. Viva como en un encuentro de futbol en un estadio cerrado y sin público, preocúpese sólo de lo que ahí sucede, desconéctese del exterior.


10) Reviva las prácticas internas de fraude electoral. No importa que ese haya sido uno de los demonios cuya necesidad de abolición dio origen a todo. Si no las practica, al menos consiéntalas, explíquelas, perdónelas. Haga lo mismo con la presión del voto a través de la despensa o el saco de cemento, la compra de conciencia. Construya detrás de cada tendencia un apoyo social corporativo (por ejemplo: un proyecto habitacional de 40 casas con 400 peticionarios). Declare la moral abolida y la vergüenza inexistente. No son modernas.


11) Levante la bandera de la unidad. Secuestre en nombre de la unidad a todo el mundo.


12) Procure que no se hable demasiado del pasado militante de cada quien. Ese es un terreno peligroso, bien por la ausencia de tal pasado, bien por la incoherencia entre ese pasado y el triste presente.


13) No vaya jamás a una manifestación a no ser que haya en ella cámaras de televisión. Bien, más o menos ya lo tiene. Ahora asuma el problema: ¿Quién quiere militar en una lata de sardinas? ¿Quién se siente representado por una lata de sardinas? ¿Quién va a votar por una lata de sardinas?

sábado, 26 de marzo de 2011

La izquierda del capitalismo

No cabe duda, la obligación de adjetivar las conductas de los partidos socialdemócratas y progresistas como pertenecientes a la izquierda trae consigo ejercicios teórico-ideológicos propios de un malabarismo intelectual. Es común hablar de la existencia de una izquierda institucional”, sobre todo cuando nos referimos a organizaciones políticas cuyas bases doctrinales no cuestionan el capitalismo, factor suficiente para negarles el calificativo de izquierdas. No debemos olvidar que la socialdemocracia y los llamados reformistas no compartían las premisas del capitalismo. La estrategia cuestionada era la forma de enfrentarlo, la transición al socialismo. El dilema se expresaba dualmente: reforma o revolución. Ahora, el problema es otro. Quienes se autodefinen pertenecientes a la “izquierda institucional” comparten y aceptan las reglas del juego de la economía de mercado. El hacerlo trae consigo consecuencias inmediatas. Su decisión conlleva avalar el proceso de concentración y centralización del capital como mecanismo para la creación de riqueza. Por consiguiente, dentro de sus programas desaparece la crítica de fondo a las relaciones sociales de explotación sobre las cuales, el capitalismo, construye y ejerce el poder político. Los militantes de esta nueva izquierda institucional, parecen sentirse cómodos navegando en las aguas del capital. Eso sí, para justificar el abandono de la lucha anticapitalista, la izquierda institucional y la socialdemocracia utilizan argumentos maniqueos y pedestres. Su lógica consiste en negar la lucha de clases y la división social del trabajo basada en la propiedad privada de los medios de producción. De su lenguaje han desaparecido, por arte de magia, los capitalistas y con ello la dualidad explotados-explotadores. Asumen, sin cuestionar, una visión del mundo donde el imperialismo y los intereses depredadores de las trasnacionales se esfuman en pro de la ideología de la globalización. Sin explicación coherente enfatizan el sentido armónico de la globalización, promoviendo una gestión de la crisis con rostro humano. Según ellos, todos somos responsables y debemos compartir costos. Así sugieren un pacto estratégico entre trabajadores y empresarios, considerándolos parte de un mismo equipo con las mismas metas. De esta manera, nadie quedaría excluido de los beneficios de un trabajo solidario. Ni ganadores ni perdedores. Si actuamos con tino, nadie se verá perjudicado. Es el dilema del prisionero extrapolado ante las relaciones sociales de explotación. Si se coopera se consiguen los objetivos, todos obtienen beneficios. Los trabajadores mantienen su empleo, aunque sea en peores condiciones, y los empresarios, ya nunca más capitalistas, verán aumentar sus ganancias y con ello invertirán, incrementándose el producto interno bruto. Un verdadero pacto de caballeros. Puestos en esta lógica, el quid del capitalismo cambia de eje, no se encontraría en las relaciones de explotación. Su sitio se ubicaría, a partir de ahora, en la fuerza autorregulada de la economía de mercado para satisfacer las necesidades de los consumidores.

Para la nueva “izquierda institucional” y la socialdemocracia, el capitalismo debe redefinirse como un sistema político destinado a generalizar los beneficios de la economía de mercado. Con ello, lo importante es consumir, no importa qué, cómo y cuándo. Se trata de garantizar el acceso al mercado y formar parte de un ejército de consumidores diferenciados por la calidad y la cantidad de los productos que adquiere. Unos comerán angulas, caviar, beberán champagne, conducirán Lambordinis, Mercedes Benz , irán de vacaciones en yates y viajarán en primera clase; otros, en cambio, deberán conformarse con sucedáneos, imaginarse unas vacaciones virtuales, utilizar el transporte público, consumir gaseosas o tomar agua no contaminada, en el mejor de los casos. Pero tampoco se olvidan de los menos agraciados, quienes sobreviven con menos de un dólar al día o simplemente no tienen ni eso. Para este sector social les aplican el criterio de políticas para pobres. Podrán comer, tendrán un trabajo precario, y se verán avocados a la miseria, la exclusión y la marginalidad. Pero siempre tendrán una opción de salir adelante, en sí son capital humano y ese es su máximo activo. El mercado está siempre atento para recibirlos con las manos abiertas.
En otro orden de cosas, la “izquierda institucional” traslada el debate de la ciudadanía plena y la centralidad de la política a la esfera de la eficiencia y la racionalidad económica para lograr un mejor funcionamiento del mercado. No tienen empacho en señalar que están actuando en beneficio de todos y en favor del progreso de la humanidad. Muy a su pesar, sólo les queda constatar la pérdida de los derechos laborales, sindicales y políticos en beneficio de la comunidad del mercado. Cómplices del secuestro de la democracia, se manifiestan en pro de los tratados de libre mercado, las trasnacionales y los grandes capitalistas. Asimilados a los postulados del capitalismo se han transformados en sus cancerberos. Adoptan la función del policía bueno. Mientras critican las maneras políticas de la derecha neoliberal y conservadora, ellos encarnan, dicen, el bien común y la moral pública. Pero ambos son la cara y cruz de una misma moneda y comparten un mismo objeto, doblegar la voluntad de las clases populares. Para ellos no hay alternativa al sistema, es mejor someterse y vivir de acuerdo a las leyes del mercado. Luchar contra el capitalismo es un suicidio, porque éste siempre gana.

No hay por donde equivocarse, gracias a la izquierda institucional y la socialdemocracia, el capitalismo se reinventa y queda absuelto de ser un orden de violencia, deshumanizante, asentado en la desigualdad, la explotación y la injusticia social. Por consiguiente, es mejor llamar las cosas por su nombre y quitarle la máscara a esta nueva izquierda y sus aliados socialdemócratas. Es más apropiado llamarla izquierda del capitalismo, concepto apegado a sus prácticas y claudicaciones estratégicas de lucha anticapitalista. Por este motivo, démosle la bienvenida, poniendo al descubierto sus espurios intereses que consisten en mantener inalteradas las estructuras de explotación inherentes al modo de producción capitalista.

Marcos Roittman

La Otra Gráfica


miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Qué hacer ante un ataque con gas lacrimógeno?

Como medida preventiva, les enviamos unas breves recomendaciones de seguridad para preservar la integridad física de las personas que utilicen su derecho a protestar.

Esta guía es un resumen traducido al español de las recomendaciones dadas por un equipo médico en las manifestaciones en Seattle y Washington DC.

RECOMENDACIONES DE SEGURIDAD


1. Cubre la boca y la nariz con un pañuelo remojado en vinagre o jugo de limón para contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno.

2. No uses vaselina como capa protectora porque atrapa los químicos en la piel.

3. No te alarmes. Trata de salir del área y busca aire fresco.

4. Enjuágate los químicos con agua.



Tratamiento contra el Spray de Pimienta


1. No te alarmes. Trata de salir del área y respira aire fresco

2. Si tienes todavía el spray húmedo, límpialo con una esponja o pad absorvente sin regártelo por el área afectada. Si mueves el químico por la piel, aumentarás el área afectada.

3. Aplicar el “Tratamiento Seattle”.(Ver abajo)



Tratamiento Seattle



1. Busca una botella, preferiblemente de plástico, que sea fácil de abrir y cerrar.

2. Añadir de 10% a 15% de aceite mineral o vegetal.

3. Llenar el resto con agua.

4. Añadir una cucharada de líquido de fregar.

5. Menea la botella hasta que todo se disuelva parejo. Si no se disuelve parejo, añadir otra cucharada de jabón.

6. Tener una segunda botella de agua para enjuagarse la solución.

7. Aplique la solución en un paño o directamente y limpie el área afectada. Cuidado con los ojos.

8. Enjuague la solución con agua.

Los lentes o máscaras de nadador y buceo constituyen una buena protección para los ojos.




¿Qué hacer ante los gases lacrimógenos?

Estos gases son compuestos hidrocarbonados y por lo tanto solubles en grasas que por sus efectos son utilizados para dispersar manifestaciones. Son armas químicas.


¿Cuáles son sus efectos?

Los gases lacrimógenos causan enrojecimiento de los ojos, espasmo de los párpados que obliga a cerrarlos, lagrimeo, irritación de las vías aéreas causando dificultad para respirar, tos, nauseas y vómitos. Sobre la piel pueden causar quemaduras.

¿Qué medidas podemos tomar para evitar o disminuir sus efectos?

En cuanto a la vestimenta, no son convenientes los géneros como la franela o similares, ya que la transpiración potencia el efecto del gas. Del mismo modo, no es apropiado vestirse con prendas de ropa pequeñas, que dejen la piel en exposición. En el caso tener el cabello largo, es conveniente recogerlo bajo un gorro o pañoleta, ya que el gas impregna el cabello, prolongando su efecto. Si es posible, no lleve lentes de contacto.

Si su kit de marcha no incluye máscara anti-gas, le recomendamos un pañuelo impregnado con vinagre, para cubrir su nariz y boca. Para protección adicional usted puede llevar un tapabocas de cirujano o una máscara de pintor y colocar por fuera el pañuelo con vinagre. Si no consigue vinagre, puede mojar el pañuelo en agua o impregnarlo en jugo de limón. El trapo húmedo es capaz de filtrar los gases en forma más efectiva. En todo caso, el pañuelo o paño, no debe ser muy grande, ni muy grueso, ya que ello dificultará su respiración.

Se puede utilizar amoníaco, impregnado en un algodón. Se aspira fuertemente y ayuda a despejar las vías respiratorias. Su uso debe ser espaciado en el tiempo y limitado en sus dosis (una o dos aplicaciones). Las personas asmáticas, o con otras enfermedades respiratorias, es preferible que se abstengan de su uso. Como el amoníaco se evapora rápidamente, es necesario contar con una o más personas que porten un recipiente con dicho elemento.

También es de cierta utilidad chupar trozos de limón. Se puede aplicar sal bajo los ojos, ya que absorbe la secreción del lagrimal que genera el gs lacrimógeno. Los lentes de nadador o antiparras constituyen una buena protección para los ojos.

Los efectos de los gases lacrimógenos pueden ser perjudiciales para el feto, así que si está embarazada o lo sospecha, acompáñenos desde su casa.

Los gases lacrimógenos pueden inducir episodios de asma, así que, si es asmático, traiga su inhalador y salga de la manifestación al primer indicio de gases lacrimógenos. Cuidados similares deberá tener una persona que sufra de alguna enfermedad cardíaca. Debe evitarse fumar durante la movilización, ya que disminuye las capacidades respiratorias, que se encuentran afectadas por el gas.

¿Qué hacer ante un ataque con gas lacrimógeno?

En general, es posible determinar cuando el ataque es inminente, en ese momento y sobre todo en la vía pública, hay que tratar de determinar la existencia de brisas o viento, y su dirección. Ello ayuda a esquivar el gas con más éxito.

La primera reacción ante el disparo de bombas lacrimógenas debe ser mantener la calma. Dadas las características del proyectil, su tamaño y diseño implican una mayor resistencia al aire, por lo que existe un lapso de tiempo en el cual uno puede advertir la dirección y posible lugar de caída de la bomba. Por cierto, esto depende del tipo de bomba, de la distancia del policía respecto de los manifestantes y del ángulo de tiro con el cual fue disparado el proyectil (en línea recta o en una parábola). En cualquier caso, es imprescindible no perder de vista el proyectil o su estela, no darle la espalda a la policía y no correr. Ante el disparo de una bomba lacrimógena es posible replegarse con rapidez, sin necesidad de perder el control. Todo esto tiene como objetivo el tratar de evitar que el proyectil impacte en el cuerpo.

La protección de la nariz y boca se inicia cuando son disparadas las bombas lacrimógenas, no cuando ellas ya han caído en las proximidades y han comenzando a expandir el gas, el objetivo es inhalar la menor cantidad posible del mismo.

La neutralización de las bombas lacrimógenas puede ser intentada de diversas maneras: cubriéndola con un paño grueso y húmedo; cubriéndola con tierra; sumergiéndola en un recipiente con agua; quemando materiales de rápida combustión, ubicados muy próximos a la bomba lacrimógena. Para todos los efectos, es conveniente tomar la bomba lacrimógena con guantes industriales o un paño grueso mojado, para evitar quemaduras. Cualquiera de estas modalidades requiere una rápida capacidad de reacción, ya que el gas se expande con velocidad. Lo anterior supone que los implementos necesarios para la neutralización deben estar preparados de antemano, así como definidos los responsables de esta tarea.

La devolución de las bombas lacrimógenas se puede realizar con la mano o el pie. En ambos casos tiene sus riesgos: al devolver la bomba con la mano, el gas envolverá a quien la arroje; al hacerlo con el pie, la dirección de la trayectoria de la bomba suele ser incierta. En términos generales, en las dos modalidades, el resultado final es más simbólico que concreto, ya que el gas continúa esparciéndose y el alcance de la devolución no suele ir más allá de los cincuenta metros.

En cualquier circunstancia, se debe tratar de salir del área afectada, buscando aire fresco. Si el gas lacrimógeno rodea a la persona por todas partes o bien se encuentra en un reducto cerrado, imposibilitado de salir, no debe correr ni agitarse, ya que eso aumenta la actividad respiratoria, haciéndolo inhalar más gas. El afectado debe arrojarse al piso, cerrando los ojos y respirando a través del paño o pañuelo. El gas tiende a subir, y se debe esperar dicha condición en la posición descrita. Es una de las situaciones más extremas y requiere que el afectado mantenga un gran control de sus nervios. En esta circunstancia es probable que surjan deseos de vomitar, hay que tratar de no toser (si es que ello es posible) por que esto les hará inhalar más gas, no se deben abrir los ojos y menos tocárselos, ya que ello permite una mayor absorción del gas.

En lo posible, luego de un ataque con gas lacrimógeno, hay que tratar de encontrar un sector con aire fresco. Es conveniente relajar la actividad corporal, sentándose o acostándose en el suelo, respirando profundamente ese aire. Si es posible, es conveniente enguajar la boca con agua y limpiar las fosas nasales. No hay que mojarse el resto del rostro y menos los ojos, porque aumenta el efecto del gas.

Por último, al volver a casa, hay que quitarse la ropa utilizada en la manifestación lo más prontamente posible, más aún si en el hogar se encuentran niños pequeños. Al bañarse, para quitarse los residuos de los gases en la piel, se debe hacer sin restregar.

sábado, 19 de marzo de 2011

Carta del SCI Marcos a la 41 Asamblea Nacional de la Red Nacional de Organismos Civiles “Todos los Derechos para Todas y Todos.”


EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACION NACIONAL.
MEXICO.


Marzo de 2011.

A la 41 Asamblea Nacional de la Red Nacional de Organismos Civiles “Todos los Derechos para Todas y Todos.”

De. Subcomandante Insurgente Marcos.

Damas y caballeros.

Reciban nuestros saludos. Antes que nada queremos agradecer al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas AC. invitación que nos hicieron para mandar un compañero mensaje a su Asamblea Nacional.

A algun@s de ustedes tengo el privilegio de conocerlos personalmente, pero a la gran mayoría los conocemos de una forma gratificante, es decir, por su trabajo.

Por esto les voy pedir que me permitan un tono coloquial para este mensaje-saludo. Si no me lo permiten, basta saltarse todo lo que sigue a continuación y solo decir “el EZLN manda un saludo” y ya. De todas formas hay sentimientos que no encuentran aun un alfabeto que me permita expresarlos.

Si ya están leyendo esta línea, significa que me han concedido el trato coloquial, ergo, procedo.


_*_

Estoy seguro de que la mayoría de ustedes, si no es que todos, sabrán escuchar en estas líneas no los pensamientos del SupMarcos, sino los de los hambres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

De la misma forma en que nosotras las zapatistas, los zapatistas, supimos ver en las acciones de Don Samuel no solo las de un individuo sino las de un colectivo.

Pero eso hoy les recordamos que, es cierto, ahora falta un caminante, pero el camino esta ahí. Y sabemos que quienes lo andan en colectivo lograran convertir el dolor en bandera y decidirán no olvidar, pero tampoco detenerse.

Nosotros pensamos que es así porque, como en la historia de esa ausencia física, su camino y su paso es su colaboración, su razón de ser, su vida.

Se bien que algunos idiotas (solo varones, hay que reconocer) aprovecharon el deceso de Don Samuel para poner a competir al EZLN contra la diócesis y a Don Samuel contra al SUbMarcos respecto a lo que en esta tierras aconteció aquel, para algún@s ahora olvidado Primero de Enero de a;o de 1994 (-vaya, no son poco quienes, en el encuentro de los aportes democráticos y sociales, se saltan de 1998 al 2006-), o por ver quien había hecho o hace mas por los pueblos originarios de Chiapas y de México.

Con argumentos del tipo “mi papa le gana a mi papa” o planteado la competencia machista de “a ver quién la tiene más grande” o a ver quien le llega más lejos o “a ver quien hace mas espuma” estos personajes quisieron enlodar la significativa ausencia de Don Samuel.

Y si, hubo quien compro boleto para ese juego de niños bobos o de políticos (es lo mismo). Y así editaron la historia para cubrir su ignorancia, o para manipula nuestros conscientes y premeditados silencios. Ya llegara el momento en que nuestra palabra aborde en esas esquinas oscuras, que fueron y son aprovechadas por quienes quieren ganar en esa competencia sin sentido.

Nosotros no. Los zapatistas, no disputamos un crédito que en realidad pertenece a quienes llevan más de 500 años tratando de salir de una pesadilla que cambia de régimen político o de partido en el poder, pero que sigue imponiendo su cuota de explotación, de despojo, de represión, de desprecio.

Ni siquiera aspiramos o suspiramos por un pie de nota en el abultado libro de la historia contemporánea de este rincón del mundo.

El único crédito que nos reconocemos es el de nuestros errores y fallas que, es cierto, no son pocos ni frugales, pero no contienen la inconsecuencia en ninguna de sus hipócritas vestiduras.

¿Qué quién ha hecho o hace más por las comunidades indígenas de este rincón de México?

En lo que al EZLN, respecta, nosotros respondemos que poco o nada hemos hecho. Y, en cambio, agregamos en titubeos que es mucho, y todo, lo que los pueblos indios de Chiapas y de México han hecho por nosotros. Nada menos y nada más que darnos identidad, camino, rumbo, destino, razón de ser.

Y no solo a nosotros. También a muchas distantes y distintas en los calendarios y las geografías de México y del mundo.

El lugar que tuvo y tiene Don Samuel en las comunidades indígenas es el que se gano con su caminar. No solo ahí, es cierto, pero ahora solo hablo de lo que conocí la primera mano. Y eso no depende de las competencias infantiles que, en los aciagos días de su desaparición física, adornaron las pláticas de sobremesa, artículos y entrevistas de quienes cubren con ocurrencias su mediocridad y oportunismo.


_*_

Uno de los méritos de Don Samuel, le dije ya alguna vez, es que pudiendo escoger ser Onésimo Cepeda, eligió ser Don Samuel Ruiz García.

Justo como todas ustedes, todos ustedes pudieron escoger ser otra cosa que lo ahora son, y sin embargo eligieron ser, en sus calendarios y geografías particulares, defensores promotores de los derechos fundamentales del ser humano.

Y al elegir ser de esa identidad, al mismo tiempo común y diferenciada (común en su aliento, diferenciada en su historia, lugar y tiempo,) no eligieron el camino más fácil, el más cómodo, el que tiene mas privilegios y mayores compensaciones, si no uno de las más difíciles, incómodos, ingratos.

Porque, ¿quién defiende los derechos humanos de l@s defensor@s de los derechos humanos?

En fin, ustedes pudieron escoger, por poner un ejemplo, ser Diego Fernández de Cevallos (pido disculpas por decir malas palabras) y convertir el manejo perverso de las leyes en una fuente de riqueza y poder.

O pudieron escoger trabajar bajo las órdenes de quien viola los derechos humanos, es decir, con gobiernos estatales o federales, y esconderse en la frágil coartada de “cambiar las cosas desde dentro” o “atenuar las arbitrariedades de los gobernantes”.

Pero bueno, ustedes mejor que nadie conocen las mil y una formas, coartadas, pretextos y justificaciones que hay para hacer o que ahora hacen, o para dejar de ser lo que ahora son (y que es o que motiva esta Asamblea y nuestro saludo), es decir, su identidad.

En resumen: ustedes pudieron escoger sor otras, ser otros, y sin embargo eligieron ser lo que ahora los convoca y los reúne

Cada quien tiene su historia particular y personal de cómo se construyo esa decisión, ese camino, y el hecho fundamental, el ser ahora caminantes necios por un mundo mejor, no depende de homenajes, líneas o segundos en los medios, anécdotas en platicas o tertulias, o en competencias que tasan el valor humano en centímetros.

Y el reconocimiento a esa decisión no solo viene de quien los persigue, los acosa, los calumnia, los golpea, los encarcela, los asesina o los trata de convencer de que se rindan, de que claudiquen, de que se vendan. Es decir, no viene solo los distintos gobiernos con colores diversos.

El reconocimiento a eso que eligieron ser, también puede venir de quienes carecen de los derechos elementales o los ven pisoteados por quien tiene la fuerza porque carece de la razón. De quienes encontraron en los proyectos de ustedes, en sus pasos de ustedes, el acompañamiento en la demanda del derecho fundamental. El derecho a tener todos derechos y ejercerlos.


_*_
A nosotros, nosotras los zapatistas, siempre nos han provocado admiración y respeto las personas que, pudiendo escoger estar arriba, eligen ser abajo y con los de abajo.

Noten que no estoy hablando de filiación política o de tenencia ideológica, sino de una posición, de unas respuestas sencillas y claras a las preguntas de “¿en dónde?”, “¿con quién?”, “¿frente a quién?”

Y noten también que, puestas esas preguntas así, convierten en ridículas las preguntas “¿quien es mejor?”, “¿quien hace mas?”, “¿quien gana?”

Tal vez para alguno de ahí lo importante sean las respuestas a las preguntas competitivas. No lo cuestionamos. Cada quien hace uso de su ocio de acuerdo a sus posibilidades… y amistades.

Lo que trato de decir es que son las preguntas de ustedes a las preguntas que dan identidad, las que acá abajo se reconocen. Donde, abajo, con quien, con lucha, frente a quien, frente al que oprime.

Ese reconocimiento que viene de abajo no se los puede disputar nadie, ni espera la certificación de cualesquiera de las geografías políticas, de uno a otro extremo.

Y algunas veces ese reconocimiento toma la forma de un saludo, como lo es en este caso en el que, por mis letras, las comunidades indígenas zapatistas les mandan un abrazo con el pretexto de esa Cuadragésima Asamblea Nacional.


_*_
Cuarenta y una asambleas son muchas, es cierto, pero parece que la de este a;o se celebra en tiempos particularmente delicados.

Delicados por una violencia extendida y profundizada en todo el territorio nacional, y delicados por la violación/negación de los derechos humanos que es la consecuencia de esa violencia que se ejerce fundamentalmente desde el estado.

Difícilmente se podrá encontrar otro calendario en donde la violación y negación de los derechos humanos abarque toda la geografía nacional… y en donde la defensa de esos derechos sea tan peligrosa.

Porque los atentados a los derechos fundamentales (vida,libertad,bienes,verdad) ahora no solo son padecidos por los sectores sociales llamados “vulnerables”.

La violencia desembocada, con el gobierno federal encabezando la macabra cabalgata, no solo se extiende por todo el territorio nacional y asuela todos los rincones de la vida cotidiana. Ahora también de “democratiza” su arbitrariedad, haciendo víctimas en todos los estratos sociales.

Un agravio tan nacional y tan actual debiera provocar una reacción de igual extensión en idéntica temporalidad, pero ya se ve que el calendario que de arriba se asigna, el electoral, impone otras prioridades.

Por eso también estos tiempos delicados. Porque allá arriba exigen tomar posición en la falsa disyuntiva electoral. No necesito extenderme en los peligros que, para el camino y el paso que ustedes abrazan, representan estos llamados a la urgencia.

Quienes trabajan en serio en la defensa de los derechos humanos saben bien que las diferentes marcas políticas en el poder solo disputan en entusiasmo su sistemática violación de los derechos fundamentales.

Nosotros confiamos en quienes supieron escuchar y mirar, y en consecuencia han tratado de entender.

Porque así como su compromiso esta fuera de toda duda para nosotros, también lo están su inteligencia y su capacidad de análisis.


_*_
Bueno, no los interrumpo mas. He visto la agenda preliminar de su Asamblea y he constatado que tienen mucho trabajo… y solo una comida en 3 días (lo que es claramente una violación al derecho a atascarse).

Sale pues, con el abrazo que les damos, va también nuestro deseo de que todo salga bien en su asamblea.

Como todas las decisiones que realmente importan y hacen la diferencia, las que ustedes tomen en estos días no tendrán eco ni consecuencias inmediatas, pero serán fundamentales para la geografía y el calendario que su identidad elija.

Porque quienes caminan saben que cada paso cuenta, aunque el recorrido se haga visible solo al llegar a su destino.

Vale. Salud y que, sin importar los riesgos y maledicencias, su identidad se mantenga.

Desde las montañas del Sureste Mexicano

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Marzo del 2011.

P.D.- Lamento con pesar el que mi firma, y la fecha en la que la estampo, contradigan los rumores hechos twitters, noticias y comunicados gubernamentales sobre mi estado de salud. Aunque, hay que decirlo, eso del enfisema pulmonar y el cáncer provoco que ya no me manden tabaco, lo que si es una clara maniobra contrainsurgente. Así que es oficial. No tengo eso que dicen que tengo… o no todavía. Así que no tengan pena y manden tabaco, que tendré cuidado de tachar la leyenda que reza. “Fumar es causa de cáncer y enfisema pulmonar. Fumar durante el embarazo aumenta el riesgo de parto prematuro (una caja de puritos decía “rapto prematuro” me cae) y de bajo peso para el recién nacido (¿osea que ya no voy a poder decir “fat is beatifull”?) y otros riesgos reproductivos” (¿o sea que no voy a poder ganar en la competencia de “a ver quién la tiene más grande”? bah, de por si yo ya estaba en las ligas muy menores). En todo caso, manden tabaco para que ahora sí se les haga.

Ora sí. Vale de nuez.

Desde la montañas… cof…cof…cof…arghhh…cof…cof…¡puaj!…

Oh,oh… ¿es eso un pedazo de pulmón o uno de calabaza mal digerida?

El sup alentando rumores.

jueves, 17 de marzo de 2011

Lo sagrado: ¿quién se lo imaginaba?


Vista como proceso de secularización, la modernidad es un rotundo fracaso. La promesa de libertad de las filosofías ateas no se cumplió, ni siquiera la liberación de las cadenas de la superstición. Así como se dijo que la religión era el opio de los pueblos, el marxismo se volvió el opio de los marxistas y el ateísmo se volvió otro opio, el opio de una secularización superficial: en lugar de la creencia en Dios, que no se pudo desterrar, se la sustituyó por muchos ídolos, especialmente el Dios dinero, que no ha visto aparece ningún ateo de su culto.

Pero la sobredosis de positivismo no solamente dejó intactas las idolatrías: el culto al dinero, la tecnolatría, sino que tiró al niño con todo y el agua sucia.

En el proceso de desacralización, el consabido “todo lo sólido se desvanece en el aire”, se perdió la noción de lo sagrado, excepto para quienes tienen otro fondo cultural desde el cual reivindicarlo.

Lo sagrado no devaluado en superstición o idolatría sigue siendo respetado en muchas culturas indígenas.

En el manifiesto de la XXIX reunión ampliada Centro Pacífico del Congreso Nacional Indígena, que tuvo lugar en Nurío Michoacán, apenas el pasado 6 de marzo, además de reafirmar el compromiso con los acuerdos que los indígenas siguen respetando, en el marco de sus aniversarios respectivos, proclaman que los sagrado sigue siendo su referente:

“A diez años del tercer Congreso Nacional Indígena de Nurío, la semilla de la dignidad y la resistencia en la Marcha del Color de la Tierra que encabezaron el EZLN y los pueblos tribus y naciones de México, hoy continúa vigente como hace más de quinientos años.

“A 15 años de la firma de los Acuerdos de San Andrés, ratificamos su reconocimiento como la Ley Suprema de nuestros pueblos indios, por encima de las leyes nacionales y estatales. Continuemos construyendo la autonomía desde nuestros pueblos, naciones, tribus, comunidades y barrios. El derecho milenario al territorio lo defendemos en cada playa, cada lago, cada río, cada bosque, cada desierto y cada selva, porque la madre Tierra no es una mercancía, nosotros y cada ser que la habitamos somos parte de ella: lo sagrado no se vende.”

Una afirmación que cuando se hace desde la secularización incompleta, e inservible, de la modernidad suena a demagogia, es perfectamente natural y entendible desde las culturas indígenas: lo sagrado no se vende.

Y eso sagrado es una exterioridad desde la cual puede ser impugnado el capitalismo profanador. La defensa de la vida humana frente a la violencia, de la vida sagrada de cada uno, como fundamento profundo de la dignidad y los derechos humanos, pero también de lo inviolable de la naturaleza, la tierra, el agua (que fue el tema de acuerdos del CNI en Vícam, recientemente, frente a ambiciones privatizadoras de capitales como el de Slim).

Lo sagrado, un valor más que progresista, de resistencia cultural y vital, más allá de jacobinismos ignorantes que rinden culto solamente a sus propias supersticiones e ídolos. ¿Quién lo imaginaba?

viernes, 11 de marzo de 2011

CARTA PRIMERA (completa) del SCI Marcos a Don Luis Villoro. Las 4 partes del texto Apuntes sobre las guerras, inicio del intercambio epistolar sobre É


EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL
MÉXICO.

Enero-Febrero del 2011.

Para: Don Luis Villoro.
De: Subcomandante Insurgente Marcos.

Doctor, saludos.

Esperamos de veras que se encuentre mejor de salud y que tome estas líneas no sólo como vaivén de ideas, también como un abrazo cariñoso del todo que somos.

Le agradecemos el haber aceptado participar como corresponsal en este intercambio epistolar. Esperamos que de él surjan reflexiones que nos ayuden, allá y acá, a tratar de entender el calendario que padece nuestra geografía, es decir, nuestro México.

Permítame iniciar con una especie de esbozo. Se trata de ideas, fragmentadas como nuestra realidad, que pueden seguir su camino independiente o irse enlazando como una trenza (que es la mejor imagen que he encontrado para “dibujar” nuestro proceso de reflexión teórica), y que son producto de nuestra inquietud sobre lo que ocurre actualmente en México y en el mundo.

Y aquí inician estos apuntes apresurados sobre algunos temas, todos ellos relacionados con la ética y la política. O más bien sobre lo que nosotros alcanzamos a percibir (y a padecer) de ellos, y sobre las resistencias en general, y nuestra resistencia particular. Como es de esperar, en estos apuntes, el esquematismo y la reducción reinarán, pero creo que alcanzan para dibujar una o muchas líneas de discusión, de diálogo, de reflexión crítica.

Y de esto es precisamente de lo que se trata, de que la palabra vaya y venga, sorteando retenes y patrullajes militares y policíacos, de nuestro acá hasta su allá, aunque luego pasa que la palabra se va para otros lados y no importa si alguien la recoge y la lanza de nuevo (que para eso son las palabras y las ideas).

Aunque el tema en el que nos hemos puesto de acuerdo es el de Política y Ética, tal vez son necesarios algunos rodeos o, más mejor, aproximaciones desde puntos aparentemente distantes.

Y, puesto que se trata de reflexiones teóricas, habrá que empezar por la realidad, por lo que los detectives llaman “los hechos”.

En “Escándalo en Bohemia”, de Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes le dice a su amigo, el Doctor Watson: “Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos”.

Podríamos empezar entonces por una descripción, apresurada e incompleta, de lo que la realidad nos presenta de la misma forma, es decir, sin anestesia alguna, y recabar algunos datos. Algo así como intentar reconstruir no sólo los hechos sino la forma en la que tomamos conocimiento de ellos.

Y lo primero que aparece en la realidad de nuestro calendario y geografía es una antigua conocida de los pueblos originarios de México: La Guerra.

I.- LAS GUERRAS DE ARRIBA.

“Y en el principio fueron las estatuas”.

Así podría iniciar un ensayo historiográfico sobre la guerra, o una reflexión filosófica sobre la real paridora de la historia moderna. Porque la estatuas bélicas esconden más de lo que muestran. Erigidas para cantar en piedra la memoria de victorias militares, no hacen sino ocultar el horror, la destrucción y la muerte de toda guerra. Y las pétreas figuras de diosas o ángeles coronados con el laurel de la victoria no sólo sirven para que el vencedor tenga memoria de su éxito, también para forjar la desmemoria en el vencido.

Pero en la actualidad esos espejos rocosos se encuentran en desuso. Además de ser sepultados cotidianamente por la crítica implacable de aves de todo tipo, han encontrado en los medios masivos de comunicación un competidor insuperable.

La estatua de Hussein, derribada en Bagdad durante la invasión norteamericana a Irak, no fue sustituida por una de George Bush, sino por los promocionales de las grandes firmas trasnacionales. Aunque el rostro bobo del entonces presidente de Estados Unidos bien podía servir para promover comida chatarra, las multinacionales prefirieron autoerigirse el homenaje de un nuevo mercado conquistado. Al negocio de la destrucción, siguió el negocio de la reconstrucción. Y, aunque las bajas en las tropas norteamericanas siguen, lo importante es el dinero que va y viene como debe ser: con fluidez y en abundancia.

La caída de la estatua de Saddam Hussein no es el símbolo de la victoria de la fuerza militar multinacional que invadió Irak. El símbolo está en el alza en las acciones de las firmas patrocinadoras.

“En el pasado fueron las estatuas, ahora son las bolsas de valores”.

Así podría seguir la historiografía moderna de la guerra.

Pero la realidad de la historia (ese caótico horror mirado cada vez menos y con más asepsia), compromete, pide cuentas, exige consecuencias, demanda. Una mirada honesta y un análisis crítico podrían identificar las piezas del rompecabezas y entonces escuchar, como un estruendo macabro, la sentencia:

“En el principio fue la guerra”.


La Legitimación de la Barbarie.

Quizá, en algún momento de la historia de la humanidad, el aspecto material, físico, de una guerra fue lo determinante. Pero, al avanzar la pesada y torpe rueda de la historia, eso no bastó. Así como las estatuas sirvieron para el recuerdo del vencedor y la desmemoria del vencido, en las guerras los contendientes necesitaron no sólo derrotar físicamente al contrario, sino también hacerse de una coartada propagandística, es decir, de legitimidad. Derrotarlo moralmente.

En algún momento de la historia fue la religión la que otorgó ese certificado de legitimidad a la dominación guerrera (aunque algunas de las últimas guerras modernas no parecen haber avanzado mucho en ese sentido)- Pero luego fue necesario un pensamiento más elaborado y la filosofía entró al relevo.

Recuerdo ahora unas palabras suyas: “La filosofía siempre ha tenido una relación ambivalente con el poder social y político. Por una parte, tomó la sucesión de la religión como justificadora teórica de la dominación. Todo poder constituido ha tratado de legitimarse, primero en una creencia religiosa, después en una doctrina filosófica. (…) Tal parece que la fuerza bruta que sustenta al dominio carecería de sentido para el hombre si no se justificara en un fin aceptable. El discurso filosófico, a la releva de la religión, ha estado encargado de otorgarle ese sentido; es un pensamiento de dominio.” (Luis Villoro. “Filosofía y Dominio”. Discurso de ingreso al Colegio Nacional. Noviembre de 1978).

En efecto, en la historia moderna esa coartada podía llegar a ser tan elaborada como una justificación filosófica o jurídica (los ejemplos más patéticos los ha dado la Organización de las Naciones Unidas, ONU). Pero lo fundamental era, y es, hacerse de una justificación mediática.

Si cierta filosofía (siguiéndolo, Don Luis: el “pensamiento de dominio” en contraposición al “pensamiento de liberación”) relevó a la religión en esa tarea de legitimación, ahora los medios masivos de comunicación han relevado a la filosofía.

¿Alguien recuerda que la justificación de la fuerza armada multinacional para invadir Irak era que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva? Sobre eso se construyó un gigantesco andamiaje mediático que fue el combustible para una guerra que no ha terminado aún, al menos en términos militares. ¿Alguien recuerda que nunca se encontraron tales armas de destrucción masiva? Ya no importa si fue mentira, si hubo (y hay) horror, destrucción y muerte, perpetrados con una coartada falsa.

Cuentan que, para declarar la victoria militar en Irak, George W. Bush no esperó los informes de que se habían encontrado y destruido esas armas, ni la confirmación de que la fuerza multinacional controlaba ya, si no todo el territorio iraquí, sí al menos sus puntos nodales (la fuerza militar norteamericana se encontraba atrincherada en la llamada “zona verde” y ni siquiera podía aventurarse a salir a los barrios vecinos –véanse los estupendos reportajes de Robert Fisk para el periódico británico “The Independent”-).

No, el informe que recibió Washington y le permitió dar por terminada la guerra (que por cierto no termina aún), llegó de los consultores de las grandes trasnacionales: el negocio de la destrucción puede dar paso al negocio de la reconstrucción (sobre esto véanse los brillantes artículos de Naomi Klein en el semanario estadounidense “The Nation”, y su libro “La Doctrina del Shock”).

Así, lo esencial en la guerra no es sólo la fuerza física (o material), también es necesaria la fuerza moral que, en estos casos, es proporcionada por los medios masivos de comunicación (como antes por la religión y la filosofía).

La Geografía de la Guerra Moderna.

Si el aspecto físico lo referimos a un ejército, es decir, a una organización armada, mientras más fuerte es (es decir, mientras más poder de destrucción posee), más posibilidades de éxito tiene.

Si es el aspecto moral referido a un organismo armado, mientras más legítima es la causa que lo anima (es decir, mientras más poder de convocatoria tiene), entonces mayores son las posibilidades de conseguir sus objetivos.

El concepto de guerra se amplió: se trataba de no sólo de destruir al enemigo en su capacidad física de combate (soldados y armamento) para imponer la voluntad propia, también era posible destruir su capacidad moral de combate, aunque tuviera aún suficiente capacidad física.

Si las guerras se pudieran poner únicamente en el terreno militar (físico, ya que en esa referencia estamos), es lógico esperar que la organización armada con mayor poder de destrucción imponga su voluntad al contrario (tal es el objetivo del choque entre fuerzas) destruyendo su capacidad material de combate.

Pero ya no es posible ubicar ningún conflicto en el terreno meramente físico. Cada vez más es más complicado el terreno en el que las guerras (chicas o grandes, regulares o irregulares, de baja, mediana o alta intensidad, mundiales, regionales o locales) se realizan.

Detrás de esa gran e ignorada guerra mundial (“guerra fría” es como la llama la historiografía moderna, nosotros la llamamos “la tercera guerra mundial”), se puede encontrar una sentencia histórica que marcará las guerras por venir.

La posibilidad de una guerra nuclear (llevada al límite por la carrera armamentista que consistía, grosso modo, en cuántas veces se era capaz de destruir el mundo) abrió la posibilidad de “otro” final de un conflicto bélico: el resultado de un choque armado podía no ser la imposición de la voluntad de uno de los contrincantes sobre el otro, sino que podía suponer la anulación de las voluntades en pugna, es decir, de su capacidad material de combate. Y por “anulación” me refiero no sólo a “incapacidad de acción” (un “empate” pues), también (y sobre todo) a “desaparición”.

En efecto, los cálculos geomilitares nos decían que en una guerra nuclear no habría vencedores ni vencidos. Y más aún, no habría nada. La destrucción sería tan total e irreversible que la civilización humana dejaría su paso a la de las cucarachas.

El argumento recurrente en las altas esferas militares de las potencias de la época era que las armas nucleares no eran para pelear una guerra, sino para inhibirla. El concepto de “armamento de contención” se tradujo entonces al más diplomático de “elementos de disuasión”.

Reduciendo: la doctrina “moderna” militar se sintetizaba en: impedir que el contrario imponga su voluntad mayor (o “estratégica”), equivale a imponer la propia voluntad mayor (“estratégica”), es decir, desplazar las grandes guerras hacia las pequeñas o medianas guerras. Ya no se trataba de destruir la capacidad física y/o moral de combate del enemigo, sino de evitar que la empleara en un enfrentamiento directo. En cambio, se buscaba redefinir los teatros de la guerra (y la capacidad física de combate) de lo mundial a lo regional y local. En suma: diplomacia pacífica internacional y guerras regionales y nacionales.

Resultado: no hubo guerra nuclear (al menos todavía no, aunque la estupidez del capital es tan grande como su ambición), pero en su lugar hubo innumerables conflictos de todos los niveles que arrojaron millones de muertos, millones de desplazados de guerra, millones de toneladas métricas de material destruido, economías arrasadas, naciones destruidas, sistemas políticos hechos añicos… y millones de dólares de ganancia.

Pero la sentencia estaba dada para las guerras “más modernas” o “posmodernas”: son posibles conflictos militares que, por su naturaleza, sean irresolubles en términos de fuerza física, es decir, en imponer por la fuerza la voluntad al contrario.

Podríamos suponer entonces que se inició una lucha paralela SUPERIOR a las guerras “convencionales”. Una lucha por imponer una voluntad sobre la otra: la lucha del poderoso militarmente (o “físicamente” para poder transitar al microcosmos humano) por evitar que las guerras se libraran en terrenos donde no se pudieran tener resultados convencionales (del tipo “el ejército mejor equipado, entrenado y organizado será potencialmente victorioso sobre el ejército peor equipado, entrenado y organizado”). Podríamos suponer, entonces, que en su contra está la lucha del débil militarmente (o “físicamente”) por hacer que las guerras se libraran en terrenos donde el poderío militar no fuera el determinante.

Las guerras “más modernas” o “posmodernas” no son, entonces, las que ponen en el terreno armas más sofisticadas (y aquí incluyo no sólo a las armas como técnica militar, también las tomadas como tales en los organigramas militares: el arma de infantería, el de caballería, el arma blindada, etc.), sino las que son llevadas a terrenos donde la calidad y cantidad del poder militar no es el factor determinante.

Con siglos de retraso, la teoría militar de arriba descubría que, así las cosas, serían posibles conflictos en los que un contrincante abrumadoramente superior en términos militares fuera incapaz de imponer su voluntad a un rival débil.

Sí, son posibles.

Ejemplos en la historia moderna sobran, y las que ahora me vienen a la memoria son de derrotas de la mayor potencia bélica en el mundo, los Estados Unidos de América, en Vietnam y en Playa Girón. Aunque se podrían agregar algunos ejemplos de calendarios pasados y de nuestra geografía: las derrotas del ejército realista español por las fuerzas insurgentes en el México de hace 200 años.

Sin embargo, la guerra está ahí y sigue ahí su cuestión central: la destrucción física y/o moral del oponente para imponer la voluntad propia, sigue siendo el fundamento de la guerra de arriba.

Entonces, si la fuerza militar (o física, reitero) no sólo no es relevante sino que se puede prescindir de ella como variable determinante en la decisión final, tenemos que en el conflicto bélico entran otras variables o algunas de las presentes como secundarias pasan a primer plano.

Esto no es nuevo. El concepto de “guerra total” (aunque no como tal) tiene antecedentes y ejemplos. La guerra por todos los medios (militares, económicos, políticos, religiosos, ideológicos, diplomáticos, sociales y aún ecológicos) es el sinónimo de “guerra moderna”.

Pero falta lo fundamental: la conquista de un territorio. Es decir, que esa voluntad se impone en un calendario preciso sí, pero sobre todo en una geografía delimitada. Si no hay un territorio conquistado, es decir, bajo control directo o indirecto de la fuerza vencedora, no hay victoria.

Aunque se puede hablar de guerras económicas (como el bloqueo que el gobierno norteamericano mantiene contra la República de Cuba) o de aspectos económicos, religiosos, ideológicos, raciales, etc., de una guerra, el objetivo sigue siendo el mismo. Y en la época actual, la voluntad que trata de imponer el capitalismo es destruir/despoblar y reconstruir/reordenar el territorio conquistado.

Sí, las guerras ahora no se conforman con conquistar un territorio y recibir tributo de la fuerza vencida. En la etapa actual del capitalismo es preciso destruir el territorio conquistado y despoblarlo, es decir, destruir su tejido social. Hablo de la aniquilación de todo lo que da cohesión a una sociedad.

Pero no se detiene ahí la guerra de arriba. De manera simultánea a la destrucción y el despoblamiento, se opera la reconstrucción de ese territorio y el reordenamiento de su tejido social, pero ahora con otra lógica, otro método, otros actores, otro objetivo. En suma: las guerras imponen una nueva geografía.

Si en una guerra internacional, este proceso complejo ocurre en la nación conquistada y se opera desde la nación agresora, en una guerra local o nacional o civil el territorio a destruir/despoblar y reconstruir/reordenar es común a las fuerzas en pugna.

Es decir, la fuerza atacante victoriosa destruye y despuebla su propio territorio.

Y lo reconstruye y reordena según su plan de conquista o reconquista.

Aunque si no tiene plan… entonces “alguien” opera esa reconstrucción – reordenamiento.

Como pueblos originarios mexicanos y como EZLN algo podemos decir sobre la guerra. Sobre todo si se libra en nuestra geografía y en este calendario: México, inicios del siglo XXI…

II.- LA GUERRA DEL MÉXICO DE ARRIBA.

“Yo daría la bienvenida casi a cualquier guerra
porque creo que este país necesita una”.
Theodore Roosevelt.


Y ahora nuestra realidad nacional es invadida por la guerra. Una guerra que no sólo ya no es lejana para quienes acostumbraban verla en geografías o calendarios distantes, sino que empieza a gobernar las decisiones e indecisiones de quienes pensaron que los conflictos bélicos estaban sólo en noticieros y películas de lugares tan lejanos como… Irak, Afganistán,… Chiapas.

Y en todo México, gracias al patrocinio de Felipe Calderón Hinojosa, no tenemos que recurrir a la geografía del Medio Oriente para reflexionar críticamente sobre la guerra. Ya no es necesario remontar el calendario hasta Vietnam, Playa Girón, siempre Palestina.

Y no menciono a Chiapas y la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas, porque ya se sabe que no están de moda, (para eso el gobierno del estado de Chiapas se ha gastado bastante dinero en conseguir que los medios no lo pongan en el horizonte de la guerra, sino de los “avances” en la producción de biodiesel, el “buen” trato a los migrantes, los “éxitos” agrícolas y otros cuentos engañabobos vendidos a consejos de redacción que firman como propios los boletines gubernamentales pobres en redacción y argumentos).

La irrupción de la guerra en la vida cotidiana del México actual no viene de una insurrección, ni de movimientos independentistas o revolucionarios que se disputen su reedición en el calendario 100 o 200 años después. Viene, como todas las guerras de conquista, desde arriba, desde el Poder.

Y esta guerra tiene en Felipe Calderón Hinojosa su iniciador y promotor institucional (y ahora vergonzante).

Quien se posesionó de la titularidad del ejecutivo federal por la vía del facto, no se contentó con el respaldo mediático y tuvo que recurrir a algo más para distraer la atención y evadir el masivo cuestionamiento a su legitimidad: la guerra.

Cuando Felipe Calderón Hinojosa hizo suya la proclama de Theodore Roosevelt (algunos adjudican la sentencia a Henry Cabot Lodge) de “este país necesita una guerra”, recibió la desconfianza medrosa de los empresarios mexicanos, la entusiasta aprobación de los altos mandos militares y el aplauso nutrido de quien realmente manda: el capital extranjero.

La crítica de esta catástrofe nacional llamada “guerra contra el crimen organizado” debiera completarse con un análisis profundo de sus alentadores económicos. No sólo me refiero al antiguo axioma de que en épocas de crisis y de guerra aumenta el consumo suntuario. Tampoco sólo a los sobresueldos que reciben los militares (en Chiapas, los altos mandos militares recibían, o reciben, un salario extra del 130% por estar en “zona de guerra”). También habría que buscar en las patentes, proveedores y créditos internacionales que no están en la llamada “Iniciativa Mérida”.

Si la guerra de Felipe Calderón Hinojosa (aunque se ha tratado, en vano, de endosársela a todos los mexicanos) es un negocio (que lo es), falta responder a las preguntas de para quién o quiénes es negocio, y qué cifra monetaria alcanza.

Algunas estimaciones económicas.

No es poco lo que está en juego:

(nota: las cantidades detalladas no son exactas debido a que no hay claridad en los datos gubernamentales oficiales. por lo que en algunos casos se recurrió a lo publicado en el Diario Oficial de la Federación y se completó con datos de las dependencias e información periodística seria).

En los primeros 4 años de la “guerra contra el crimen organizado” (2007-2010), las principales entidades gubernamentales encargadas (Secretaría de la Defensa Nacional –es decir: ejército y fuerza aérea-, Secretaría de Marina, Procuraduría General de la República y Secretaría de Seguridad Pública) recibieron del Presupuesto de Egresos de la Federación una cantidad superior a los 366 mil millones de pesos (unos 30 mil millones de dólares al tipo de cambio actual). Las 4 dependencias gubernamentales federales recibieron: en 2007 más de 71 mil millones de pesos; en 2008 más de 80 mil millones; en 2009 más de 113 mil millones y en 2010 fueron más de 102 mil millones de pesos. A esto habrá que sumar los más de 121 mil millones de pesos (unos 10 mil millones de dólares) que recibirán en este año del 2011.

Tan sólo la Secretaría de Seguridad Pública pasó de recibir unos 13 mil millones de pesos de presupuesto en el 2007, a manejar uno de más de 35 mil millones de pesos en el 2011 (tal vez es porque las producciones cinematográficas son más costosas).

De acuerdo al Tercer Informe de Gobierno de septiembre del 2009, al mes de junio de ese año, las fuerzas armadas federales contaban con 254, 705 elementos (202, 355 del Ejército y Fuerza Aérea y 52, 350 de la Armada.

En 2009 el presupuesto para la Defensa Nacional fue de 43 mil 623 millones 321 mil 860 pesos, a los que sumaron 8 mil 762 millones 315 mil 960 pesos (el 25.14% más), en total: más de 52 mil millones de pesos para el Ejército y Fuerza Aérea. La Secretaría de Marina: más de 16 mil millones de pesos: Seguridad Pública: casi 33 mil millones de pesos; y Procuraduría General de la República: más de 12 mil millones de pesos.

Total de presupuesto para la “guerra contra el crimen organizado” en 2009: más de 113 mil millones de pesos

En el año del 2010, un soldado federal raso ganaba unos 46, 380 pesos anuales; un general divisionario recibía 1 millón 603 mil 80 pesos al año, y el Secretario de la Defensa Nacional percibía ingresos anuales por 1 millón 859 mil 712 pesos.

Si las matemáticas no me fallan, con el presupuesto bélico total del 2009 (113 mil millones de pesos para las 4 dependencias) se hubieran podido pagar los salarios anuales de 2 millones y medio de soldados rasos; o de 70 mil 500 generales de división; o de 60 mil 700 titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Pero, por supuesto, no todo lo que se presupuesta va a sueldos y prestaciones. Se necesitan armas, equipos, balas… porque las que se tienen ya no sirven o son obsoletas.

“Si el Ejército mexicano entrara en combate con sus poco más de 150 mil armas y sus 331.3 millones de cartuchos contra algún enemigo interno o externo, su poder de fuego sólo alcanzaría en promedio para 12 días de combate continuo, señalan estimaciones del Estado Mayor de la Defensa Nacional (Emaden) elaboradas por cada una de las armas al Ejército y Fuerza Aérea. Según las previsiones, el fuego de artillería de obuseros (cañones) de 105 milímetros alcanzaría, por ejemplo, para combatir sólo por 5.5 días disparando de manera continua las 15 granadas para dicha arma. Las unidades blindadas, según el análisis, tienen 2 mil 662 granadas 75 milímetros.

De entrar en combate, las tropas blindadas gastarían todos sus cartuchos en nueve días. En cuanto a la Fuerza Aérea, se señala que existen poco más de 1.7 millones de cartuchos calibre 7.62 mm que son empleados por los aviones PC-7 y PC-9, y por los helicópteros Bell 212 y MD-530. En una conflagración, esos 1.7 millones de cartuchos se agotarían en cinco días de fuego aéreo, según los cálculos de la Sedena. La dependencia advierte que los 594 equipos de visión nocturna y los 3 mil 95 GPS usados por las Fuerza Especiales para combatir a los cárteles de la droga, “ya cumplieron su tiempo de servicio”.

Las carencias y el desgaste en las filas del Ejército y Fuerza Aérea son patentes y alcanzan niveles inimaginados en prácticamente todas las áreas operativas de la institución. El análisis de la Defensa Nacional señala que los goggles de visión nocturna y los GPS tienen entre cinco y 13 años de antigüedad, y “ya cumplieron su tiempo de servicio”. Lo mismo ocurre con los “150 mil 392 cascos antifragmento” que usan las tropas. El 70% cumplió su vida útil en 2008, y los 41 mil 160 chalecos antibala lo harán en 2009. (…).

En este panorama, la Fuerza Aérea resulta el sector más golpeado por el atraso y dependencia tecnológicos hacia el extranjero, en especial de Estados Unidos e Israel. Según la Sedena, los depósitos de armas de la Fuerza Aérea tienen 753 bombas de 250 a mil libras cada una. Los aviones F-5 y PC-7 Pilatus usan esas armas. Las 753 existentes alcanzan para combatir aire-tierra por un día. Las 87 mil 740 granadas calibre 20 milímetros para jets F-5 alcanzan para combatir a enemigos externos o internos por seis días. Finalmente, la Sedena revela que los misiles aire-aire para los aviones F-5, es de sólo 45 piezas, lo cual representan únicamente un día de fuego aéreo.” Jorge Alejandro Medellín en “El Universal”, México, 02 de enero de 2009.

Esto se conoce en 2009, 2 años después del inicio de la llamada “guerra” del gobierno federal. Dejemos de lado la pregunta obvia de cómo fue posible que el jefe supremo de las fuerzas armadas, Felipe Calderón Hinojosa, se lanzara a una guerra (“de largo aliento” dice él) sin tener las condiciones materiales mínimas para mantenerla, ya no digamos para “ganarla”. Entonces preguntémonos: ¿Qué industrias bélicas se van a beneficiar con las compras de armamento, equipos y parque?

Si el principal promotor de esta guerra es el imperio de las barras y las turbias estrellas (haciendo cuentas, en realidad las únicas felicitaciones que ha recibido Felipe Calderón Hinojosa han venido del gobierno norteamericano), no hay que perder de vista que al norte del Río Bravo no se otorgan ayudas, sino que se hacen inversiones, es decir, negocios.

Victorias y derrotas.

¿Ganan los Estados Unidos con esta guerra “local”? La respuesta es: sí. Dejando de lado las ganancias económicas y la inversión monetaria en armas, parque y equipos (no olvidemos que USA es el principal proveedor de todo esto a los dos bandos contendientes: autoridades y “delincuentes” -la “guerra contra la delincuencia organizada” es un negocio redondo para la industria militar norteamericana-), está, como resultado de esta guerra, una destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento geopolítico que los favorece.

Esta guerra (que está perdida para el gobierno desde que se concibió, no como una solución a un problema de inseguridad, sino a un problema de legitimidad cuestionada), está destruyendo el último reducto que le queda a una Nación: el tejido social.

¿Qué mejor guerra para los Estados Unidos que una que le otorgue ganancias, territorio y control político y militar sin las incómodas “body bags” y los lisiados de guerra que le llegaron, antes, de Vietnam y ahora de Irak y Afganistán?

Las revelaciones de Wikileaks sobre las opiniones en el alto mando norteamericano acerca de las “deficiencias” del aparato represivo mexicano (su ineficacia y su contubernio con la delincuencia), no son nuevas. No sólo en el común de la gente, sino en altas esferas del gobierno y del Poder en México esto es una certeza. La broma de que es una guerra dispareja porque el crimen organizado sí está organizado y el gobierno mexicano está desorganizado, es una lúgubre verdad.

El 11 de diciembre del 2006, se inició formalmente esta guerra con el entonces llamado “Operativo Conjunto Michoacán”. 7 mil elementos del ejército, la marina y las policías federales lanzaron una ofensiva (conocida popularmente como “el michoacanazo”) que, pasada la euforia mediática de esos días, resultó ser un fracaso. El mando militar fue el general Manuel García Ruiz y el responsable del operativo fue Gerardo Garay Cadena de la Secretaría de Seguridad Pública. Hoy, y desde diciembre del 2008, Gerardo Garay Cadena está preso en el penal de máxima seguridad de Tepic, Nayarit, acusado de coludirse con “el Chapo” Guzmán Loera.

Y, a cada paso que se da en esta guerra, para el gobierno federal es más difícil explicar dónde está el enemigo a vencer.

Jorge Alejandro Medellín es un periodista que colabora con varios medios informativos -la revista “Contralínea”, el semanario “Acentoveintiuno”, y el portal de noticias “Eje Central”, entre otros -y se ha especializado en los temas de militarismo, fuerzas armadas, seguridad nacional y narcotráfico. En octubre del 2010 recibió amenazas de muerte por un artículo donde señaló posibles ligas del narcotráfico con el general Felipe de Jesús Espitia, ex comandante de la V Zona Militar y ex jefe de la Sección Séptima -Operaciones Contra el Narcotráfico- en el gobierno de Vicente Fox, y responsable del Museo del Enervante ubicado en las oficinas de la S-7. El general Espitia fue removido como comandante de la V Zona Militar ante el estrepitoso fracaso de los operativos ordenados por él en Ciudad Juárez y por la pobre respuesta que dio a las masacres cometidas en la ciudad fronteriza.

Pero el fracaso de la guerra federal contra la “delincuencia organizada”, la joya de la corona del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, no es un destino a lamentar para el Poder en USA: es la meta a conseguir.

Por más que se esfuercen los medios masivos de comunicación en presentar como rotundas victorias de la legalidad, las escaramuzas que todos los días se dan en el territorio nacional, no logran convencer.

Y no sólo porque los medios masivos de comunicación han sido rebasados por las formas de intercambio de información de gran parte de la población (no sólo, pero también las redes sociales y la telefonía celular), también, y sobre todo, porque el tono de la propaganda gubernamental ha pasado del intento de engaño al intento de burla (desde el “aunque no lo parezca vamos ganando” hasta lo de “una minoría ridícula”, pasando por las bravatas de cantina del funcionario en turno).

Sobre esta otra derrota de la prensa, escrita y de radio y televisión, volveré en otra misiva. Por ahora, y respecto al tema que ahora nos ocupa, basta recordar que el “no pasa nada en Tamaulipas” que era pregonado por las noticias (marcadamente de radio y televisión), fue derrotado por los videos tomados por ciudadanos con celulares y cámaras portátiles y compartidos por internet.

Pero volvamos a la guerra que, según Felipe Calderón Hinojosa, nunca dijo que es una guerra. ¿No lo dijo, no lo es?

“Veamos si es guerra o no es guerra: el 5 de diciembre de 2006, Felipe Calderón dijo: “Trabajamos para ganar la guerra a la delincuencia…”. El 20 de diciembre de 2007, durante un desayuno con personal naval, el señor Calderón utilizó hasta en cuatro ocasiones en un sólo discurso, el término guerra. Dijo: “La sociedad reconoce de manera especial el importante papel de nuestros marinos en la guerra que mi Gobierno encabeza contra la inseguridad…”, “La lealtad y la eficacia de las Fuerzas Armadas, son una de las más poderosas armas en la guerra que libramos contra ella…”, “Al iniciar esta guerra frontal contra la delincuencia señalé que esta sería una lucha de largo aliento”, “…así son, precisamente, las guerras…”.
Pero aún hay más: el 12 de septiembre de 2008, durante la Ceremonia de Clausura y Apertura de Cursos del Sistema Educativo Militar, el autollamado “Presidente del empleo”, se dio vuelo pronunciando hasta en media docena de ocasiones, el término guerra contra el crimen: “Hoy nuestro país libra una guerra muy distinta a la que afrontaron los insurgentes en el 1810, una guerra distinta a la que afrontaron los cadetes del Colegio Militar hace 161 años…” “…todos los mexicanos de nuestra generación tenemos el deber de declarar la guerra a los enemigos de México… Por eso, en esta guerra contra la delincuencia…” “Es imprescindible que todos los que nos sumamos a ese frente común pasemos de la palabra a los hechos y que declaremos, verdaderamente, la guerra a los enemigos de México…” “Estoy convencido que esta guerra la vamos a ganar…” (Alberto Vieyra Gómez. Agencia Mexicana de Noticias, 27 de enero del 2011).

Al contradecirse, aprovechando el calendario, Felipe Calderón Hinojosa no se enmienda la plana ni se corrige conceptualmente. No, lo que ocurre es que las guerras se ganan o se pierden (en este caso, se pierden) y el gobierno federal no quiere reconocer que el punto principal de su gestión ha fracasado militar y políticamente.

¿Guerra sin fin? La diferencia entre la realidad… y los videojuegos.

Frente al fracaso innegable de su política guerrerista, ¿Felipe Calderón Hinojosa va a cambiar de estrategia?

La respuesta es NO. Y no sólo porque la guerra de arriba es un negocio y, como cualquier negocio, se mantiene mientras siga produciendo ganancias.

Felipe Calderón Hinojosa, el comandante en jefe de las fuerzas armadas; el ferviente admirador de José María Aznar; el autodenominado “hijo desobediente”; el amigo de Antonio Solá; el “ganador” de la presidencia por medio punto porcentual de la votación emitida gracias a la alquimia de Elba Esther Gordillo; el de los desplantes autoritarios más bien cercanos al berrinche (“o bajan o mando por ustedes”); el que quiere tapar con más sangre la de los niños asesinados en la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora; el que ha acompañado su guerra militar con una guerra contra el trabajo digno y el salario justo; el del calculado autismo frente a los asesinatos de Marisela Escobedo y Susana Chávez Castillo; el que reparte etiquetas mortuorias de “miembros del crimen organizado” a los niños y niñas, hombres y mujeres que fueron y son asesinados porque sí, porque les tocó estar en el calendario y la geografía equivocados, y no alcanzan siquiera el ser nombrados porque nadie les lleva la cuenta ni en la prensa, ni en las redes sociales.

Él, Felipe Calderón Hinojosa, es también un fan de los videojuegos de estrategia militar.

Felipe Calderón Hinojosa es el “gamer” “que en cuatro años convirtió un país en una versión mundana de The Age of Empire -su videojuego preferido-, (…) un amante -y mal estratega- de la guerra” (Diego Osorno en “Milenio Diario”, 3 de octubre del 2010).

Es él que nos lleva a preguntar: ¿está México siendo gobernado al estilo de un videojuego? (creo que yo sí puedo hacer este tipo de preguntas comprometedoras sin riesgo a que me despidan por faltar a un “código de ética” que se rige por la publicidad pagada).

Felipe Calderón Hinojosa no se detendrá. Y no sólo porque las fuerzas armadas no se lo permitirían (los negocios son negocios), también por la obstinación que ha caracterizado la vida política del “comandante en jefe” de las fuerzas armadas mexicanas.

Hagamos un poco de memoria: En marzo del 2001, cuando Felipe Calderón Hinojosa era el coordinador parlamentario de los diputados federales de Acción Nacional, se dio aquel lamentable espectáculo del Partido Acción Nacional cuando se negó a que una delegación indígena conjunta del Congreso Nacional Indígena y del EZLN hicieran uso de la tribuna del Congreso de la Unión en ocasión de la llamada “marcha del color de la tierra”.

A pesar de que se estaba mostrando al PAN como una organización política racista e intolerante (y lo es) por negar a los indígenas el derecho a ser escuchados, Felipe Calderón Hinojosa se mantuvo en su negativa. Todo le decía que era un error asumir esa posición, pero el entonces coordinador de los diputados panistas no cedió (y terminó escondido, junto con Diego Fernández de Cevallos y otros ilustres panistas, en uno de los salones privados de la cámara, viendo por televisión a los indígenas hacer uso de la palabra en un espacio que la clase política reserva para sus sainetes).

“Sin importar los costos políticos”, habría dicho entonces Felipe Calderón Hinojosa.

Ahora dice lo mismo, aunque hoy no se trata de los costos políticos que asuma un partido político, sino de los costos humanos que paga el país entero por esa tozudez.

Estando ya por terminar esta misiva, encontré las declaraciones de la secretaria de seguridad interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, especulando sobre las posibles alianzas entre Al Qaeda y los cárteles mexicanos de la droga. Un día antes, el subsecretario del Ejército de Estados Unidos, Joseph Westphal, declaró que en México hay una forma de insurgencia encabezada por los cárteles de la droga que potencialmente podrían tomar el gobierno, lo cual implicaría una respuesta militar estadunidense. Agregó que no deseaba ver una situación en donde soldados estadunidenses fueran enviados a combatir una insurgencia “sobre nuestra frontera… o tener que enviarlos a cruzar esa frontera” hacia México.

Mientras tanto, Felipe Calderón Hinojosa, asistía a un simulacro de rescate en un pueblo de utilería, en Chihuahua, y se subió a un avión de combate F-5, se sentó en el asiento del piloto y bromeó con un “disparen misiles”.

¿De los videojuegos de estrategia a los “simuladores de combate aéreo” y “disparos en primera persona”? ¿Del Age of Empires al HAWX?

El HAWX es un videojuego de combate aéreo donde, en un futuro cercano, las empresas militares privadas (“Private military company”) han reemplazado a los ejércitos gubernamentales en varios países. La primera misión del videojuego consiste en bombardear Ciudad Juárez, Chihuahua, México, porque las “fuerzas rebeldes” se han apoderado de la plaza y amenazan con avanzar a territorio norteamericano-.

No en el videojuego, sino en Irak, una de las empresas militares privadas contratadas por el Departamento de Estado norteamericano y la Agencia Central de Inteligencia fue “Blackwater USA”, que después cambió su nombre a “Blackwater Worldwide”. Su personal cometió serios abusos en Irak, incluyendo el asesinato de civiles. Ahora cambió su nombre a “Xe Services LL” y es el más grande contratista de seguridad privada del Departamento de Estado norteamericano. Al menos el 90% de sus ganancias provienen de contratos con el gobierno de Estados Unidos.

El mismo día en el que Felipe Calderón Hinojosa bromeaba en el avión de combate (10 de febrero de 2011), y en el estado de Chihuahua, una niña de 8 años murió al ser alcanzada por una bala en un tiroteo entre personas armadas y miembros del ejército.

¿Cuándo va a terminar esa guerra?

¿Cuándo aparecerá en la pantalla del gobierno federal el “game over” del fin del juego, seguido de los créditos de los productores y patrocinadores de la guerra?

¿Cuándo va poder decir Felipe Calderón “ganamos la guerra, hemos impuesto nuestra voluntad al enemigo, le hemos destruido su capacidad material y moral de combate, hemos (re) conquistado los territorios que estaban en su poder”?

Desde que fue concebida, esa guerra no tiene final y también está perdida.

No habrá un vencedor mexicano en estas tierras (a diferencia del gobierno, el Poder extranjero sí tiene un plan para reconstruir – reordenar el territorio), y el derrotado será el último rincón del agónico Estado Nacional en México: las relaciones sociales que, dando identidad común, son la base de una Nación.

Aún antes del supuesto final, el tejido social estará roto por completo.

Resultados: la Guerra arriba y la muerte abajo.

Veamos que informa el Secretario de Gobernación federal sobre la “no guerra” de Felipe Calderón Hinojosa:

“El 2010 fue el año más violento del sexenio al acumularse 15 mil 273 homicidios vinculados al crimen organizado, 58% más que los 9 mil 614 registrados durante el 2009, de acuerdo con la estadística difundida este miércoles por el Gobierno Federal. De diciembre de 2006 al final de 2010 se contabilizaron 34 mil 612 crímenes, de las cuales 30 mil 913 son casos señalados como “ejecuciones”; tres mil 153 son denominados como “enfrentamientos” y 544 están en el apartado “homicidios-agresiones”. Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, presentó una base de datos oficial elaborada por expertos que mostrará a partir de ahora “información desagregada mensual, a nivel estatal y municipal” sobre la violencia en todo el país.” (Periódico “Vanguardia”, Coahuila, México, 13 de enero del 2011)

Preguntemos: De esos 34 mil 612 asesinados, ¿cuántos eran delincuentes? Y los más de mil niños y niñas asesinados (que el Secretario de Gobernación “olvidó” desglosar en su cuenta), ¿también eran “sicarios” del crimen organizado? Cuando en el gobierno federal se proclama que “vamos ganando”, ¿a qué cartel de la droga se refieren? ¿Cuántas decenas de miles más forman parte de esa “ridícula minoría” que es el enemigo a vencer?

Mientras allá arriba tratan inútilmente de desdramatizar en estadísticas los crímenes que su guerra ha provocado, es preciso señalar que también se está destruyendo el tejido social en casi todo el territorio nacional.

La identidad colectiva de la Nación está siendo destruida y está siendo suplantada por otra.

Porque “una identidad colectiva no es más que una imagen que un pueblo se forja de sí mismo para reconocerse como perteneciente a ese pueblo. Identidad colectiva es aquellos rasgos en que un individuo se reconoce como perteneciente a una comunidad. Y la comunidad acepta este individuo como parte de ella. Esta imagen que el pueblo se forja no es necesariamente la perduración de una imagen tradicional heredada, sino que generalmente se la forja el individuo en tanto pertenece a una cultura, para hacer consistente su pasado y su vida actual con los proyectos que tiene para esa comunidad.

Entonces, la identidad no es un simple legado que se hereda, sino que es una imagen que se construye, que cada pueblo se crea, y por lo tanto es variable y cambiante según las circunstancias históricas”. (Luis Villoro, noviembre de 1999, entrevista con Bertold Bernreuter, Aachen, Alemania).

En la identidad colectiva de buena parte del territorio nacional no está, como se nos quiere hacer creer, la disputa entre el lábaro patrio y el narco-corrido (si no se apoya al gobierno entonces se apoya a la delincuencia, y viceversa).

No.

Lo que hay es una imposición, por la fuerza de las armas, del miedo como imagen colectiva, de la incertidumbre y la vulnerabilidad como espejos en los que esos colectivos se reflejan.

¿Qué relaciones sociales se pueden mantener o tejer si el miedo es la imagen dominante con la cual se puede identificar un grupo social, si el sentido de comunidad se rompe al grito de “sálvese quien pueda”?

De esta guerra no sólo van a resultar miles de muertos… y jugosas ganancias económicas.

También, y sobre todo, va a resultar una nación destruida, despoblada, rota irremediablemente.

III.- ¿NADA QUÉ HACER?

A quienes sacan sus mezquinas sumas y restas electorales en esta cuenta mortal, les recordamos:

Hace 17 años, el 12 de enero de 1994, una gigantesca movilización ciudadana (ojo: sin jefes, comandos centrales, líderes o dirigentes) paró la guerra acá. Frente al horror, la destrucción y las muertes, hace 17 años la reacción fue casi inmediata, contundente, eficaz.

Ahora es el pasmo, la avaricia, la intolerancia, la ruindad que escatima apoyos y convoca a la inmovilidad… y la ineficacia.

La iniciativa loable de un grupo de trabajadores de la cultura (“NO MÁS SANGRE”) fue descalificada desde su inicio por no “plegarse” ante un proyecto electoral, por no cumplir el mandato de esperar al 2012.

Ahora que tienen la guerra allá, en sus ciudades, en sus calles, en sus carreteras, en sus casas, ¿qué han hecho? Digo, además de “plegarse” ante quien tiene “el mejor proyecto”.

¿Pedirle a la gente que espere al 2012? ¿Qué entonces sí hay que volver a votar por el menos malo y ahora sí se va a respetar el voto?

Si van más de 34 mil muertos en 4 años, son más de 8 mil muertes anuales. Es decir, ¿hay que esperar 16 mil muertos más para hacer algo?

Porque se va a poner peor. Si los punteros actuales para las elecciones presidenciales del 2012 (Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard), gobiernan las entidades con mayor número de ciudadanos, ¿no es de esperar que ahí aumente la “guerra contra la delincuencia organizada” con su cauda de “daños colaterales”?

¿Qué van a hacer? Nada. Van a seguir el mismo camino de intolerancia y satanización de hace 4 años, cuando en el 2006 todo lo que no fuera a favor de López Obrador era acusado de servir a la derecha. L@s que nos atacaron y calumniaron entonces y ahora, siguen el mismo camino frente a otros movimientos, organizaciones, protestas, movilizaciones.

¿Por qué la supuesta gran organización nacional que se prepara para que en las próximas elecciones federales, ahora sí, gane un proyecto alternativo de nación, no hace algo ahora? Digo, si piensan que pueden movilizar a millones de mexicanos para que voten por alguien, ¿por qué no movilizarlos para parar la guerra y que el país sobreviva? ¿O es un cálculo mezquino y ruin? ¿Qué la cuenta de muertes y destrucción reste al oponente y sume al elegido?

Hoy, en medio de esta guerra, el pensamiento crítico vuelve a ser postergado. Primero lo primero: el 2012 y las respuestas a las preguntas sobre los “gallos”, nuevos o reciclados, para ese futuro que se desmorona desde hoy. Todo debe subordinarse a ese calendario y a sus pasos previos: las elecciones locales en Guerrero, Baja California Sur, Hidalgo, Nayarit, Coahuila, el Estado de México.

Y mientras todo se derrumba, nos dicen que lo importante es analizar los resultados electorales, las tendencias, las posibilidades. Llaman a aguantar hasta que sea el momento de tachar la boleta electoral, y de vuelta a esperar que todo se arregle y se vuelva a levantar el frágil castillo de naipes de la clase política mexicana.

¿Recuerdan que ellos se burlaron y atacaron el que desde el 2005 llamáramos a la gente a organizarse según sus propias demandas, historia, identidad y aspiraciones y no apostar a que alguien allá arriba iba a solucionar todo?

¿Nos equivocamos nosotros o ellos?

¿Quién en las principales ciudades se atreve a decir que puede salir con tranquilidad ya no en la madrugada, sino apenas anochece?

¿Quién hace suyo el “vamos ganando” del gobierno federal y ve con respeto, y no con miedo, a soldados, marinos y policías?

¿Quiénes son los que se despiertan ahora sin saber si van a estar vivos, sanos o libres al finalizar el día que comienza?

¿Quiénes no pueden ofrecer a la gente una salida, una alternativa, que no sea esperar a las próximas elecciones?

¿Quiénes no pueden echar a andar una iniciativa que realmente prenda localmente, no digamos a nivel nacional?

¿Quiénes se quedaron solos?

Porque al final, quienes van a permanecer serán quienes resistieron; quienes no se vendieron; quienes no se rindieron; quienes no claudicaron; quienes entendieron que las soluciones no vienen de arriba, sino que se construyen abajo; quienes no apostaron ni apuestan a las ilusiones que vende una clase política que tiene tiempo que apesta como un cadáver; quienes no siguieron el calendario de arriba ni adecuaron su geografía a ese calendario convirtiendo un movimiento social en una lista de números de credenciales del IFE; quienes frente a la guerra no se quedaron inmóviles, esperando el nuevo espectáculo malabarista de la clase política en la carpa circense electoral, sino que construyeron una alternativa social, no individual, de libertad, justicia, trabajo y paz.

IV.- LA ÉTICA Y NUESTRA OTRA GUERRA.

Antes hemos dicho que la guerra es inherente al capitalismo y que la lucha por la paz es anticapitalista.

Usted, Don Luis, ha dicho también antes que “la moralidad social constituye sólo un primer nivel, precrítico, de la ética. La ética crítica empieza cuando el sujeto se distancia de las formas de moralidad existentes y se pregunta por la validez de sus reglas y comportamientos. Puede percatarse de que la moralidad social no cumple las virtudes que proclama”

¿Es posible traer la Ética a la guerra? ¿Es posible hacerla irrumpir por entre desfiles castrenses, grados militares, retenes, operativos, combates, muertes? ¿Es posible traerla a cuestionar la validez de las reglas y comportamientos militares?

¿O el planteamiento de su posibilidad no es más que un ejercicio de especulación filosófica?

Porque tal vez la inclusión de ese “otro” elemento en la guerra sólo sería posible en una paradoja. Incluir la ética como factor determinante de un conflicto traería como consecuencia un reconocimiento radical: el contrincante sabe que el resultado de su “triunfo” será su derrota.

Y no me refiero a la derrota como “destrucción” o “abandono”, sino a la negación de la existencia como fuerza beligerante. Esto es, una fuerza hace una guerra que, si la gana, significará su desaparición como fuerza. Y si la pierde igual, pero nadie hace una guerra para perderla (bueno, Felipe Calderón Hinojosa sí).

Y aquí está la paradoja de la guerra zapatista: si perdemos, ganamos; y si ganamos, ganamos. La clave está en que la nuestra es una guerra que no pretende destruir al contrario en el sentido clásico.

Es una guerra que trata de anular el terreno de su realización y las posibilidades de los contrincantes (nosotros incluidos).

Es una guerra para dejar de ser lo que ahora somos y así ser lo que debemos ser.

Esto ha sido posible porque reconocemos al otro, a la otra, a lo otro, que, en otras tierras de México y del Mundo, y sin ser iguales a nosotros, sufren los mismos dolores, sostienen resistencias semejantes, que luchan por una identidad múltiple que no anule, avasalle, conquiste, y que anhelan un mundo sin ejércitos.

Hace 17 años, el 1 de enero de 1994, se hizo visible la guerra contra los pueblos originarios de México.

Mirando la geografía nacional en este calendario, nosotros recordamos:

¿No éramos nosotros, los zapatistas, los violentos? ¿No se nos acusó a nosotros de pretender partir el territorio nacional? ¿No se dijo que nuestro objetivo era destruir la paz social, minar las instituciones, sembrar el caos, promover el terror y acabar con el bienestar de una Nación libre, independiente y soberana? ¿No se señaló hasta el hartazgo que nuestra demanda de reconocimiento a los derechos y la cultura indígenas socavaba el orden social?

Hace 17 años, el 12 de enero de 1994, una movilización civil, sin pertenencia política definida, nos demandó intentar el camino del diálogo para resolver nuestras demandas.

Nosotros cumplimos.

Una y otra vez, a pesar de la guerra en contra nuestra, insistimos en iniciativas pacíficas.

Durante años hemos resistido ataques militares, ideológicos y económicos, y ahora el silencio sobre lo que acá ocurre.

En las condiciones más difíciles no sólo no nos rendimos, ni nos vendimos, ni claudicamos, también construimos mejores condiciones de vida en nuestros pueblos.

Al principio de esta misiva dije que la guerra es una vieja conocida de los pueblos originarios, de los indígenas mexicanos.

Más de 500 años después, más de 200 años después, más de 100 años después, y ahora con ese otro movimiento que reclama su múltiple identidad comunal, decimos:

Aquí estamos.

Tenemos identidad.

Tenemos sentido de comunidad porque ni esperamos ni suspiramos porque vinieran de arriba las soluciones que necesitamos y merecemos.

Porque no sujetamos nuestro a andar a quien hacia arriba mira.

Porque, manteniendo la independencia de nuestra propuesta, nos relacionamos con equidad con lo otro que, como nosotros, no sólo resiste, también se ha ido construyendo una identidad propia que le da pertenencia social, y ahora también le representa la única oportunidad sólida de supervivencia al desastre.

Nosotros somos pocos, nuestra geografía es limitada, somos nadie.

Somos pueblos originarios dispersos en la geografía y el calendario más distantes.

Nosotros somos otra cosa.

Somos pocos y nuestra geografía es limitada.

Pero en nuestro calendario no manda la zozobra.

Nosotros sólo nos tenemos a nosotros mismos.

Tal vez es poco lo que tenemos, pero no tenemos miedo.

Vale, Don Luis. Salud y que la reflexión crítica anime nuevos pasos.


Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Enero-Febrero del 2011