domingo, 13 de noviembre de 2011

De la guerra sucia - I

En recuerdo de Pavel, Alexis, Carlos, Fernando, Soren, Verónica, Juan y de todxs nuestros muertxs caídos en la guerra sucia.

De la guerra en general y de la guerra sucia en particular.


El Subcomandante Insurgente Marcos, jefe militar del EZLN, en un reciente escrito sobre la geografía de la guerra moderna, apuntaba lo siguiente:

"Si el aspecto físico lo referimos a un ejército, es decir, a una organización armada, mientras más fuerte es (es decir, mientras más poder de destrucción posee), más posibilidades de éxito tiene.

Si es el aspecto moral referido a un organismo armado, mientras más legítima es la causa que lo anima (es decir, mientras más poder de convocatoria tiene), entonces mayores son las posibilidades de conseguir sus objetivos.

El concepto de guerra se amplió: se trataba de no sólo de destruir al enemigo en su capacidad física de combate (soldados y armamento) para imponer la voluntad propia, también era posible destruir su capacidad moral de combate, aunque tuviera aún suficiente capacidad física.

Si las guerras se pudieran poner únicamente en el terreno militar (físico, ya que en esa referencia estamos), es lógico esperar que la organización armada con mayor poder de destrucción imponga su voluntad al contrario (tal es el objetivo del choque entre fuerzas) destruyendo su capacidad material de combate.

Pero ya no es posible ubicar ningún conflicto en el terreno meramente físico. Cada vez más es más complicado el terreno en el que las guerras (chicas o grandes, regulares o irregulares, de baja, mediana o alta intensidad, mundiales, regionales o locales) se realizan."

[...]

"Pero la sentencia estaba dada para las guerras “más modernas” o “posmodernas”: son posibles conflictos militares que, por su naturaleza, sean irresolubles en términos de fuerza física, es decir, en imponer por la fuerza la voluntad al contrario.

Podríamos suponer entonces que se inició una lucha paralela SUPERIOR a las guerras “convencionales”. Una lucha por imponer una voluntad sobre la otra: la lucha del poderoso militarmente (o “físicamente” para poder transitar al microcosmos humano) por evitar que las guerras se libraran en terrenos donde no se pudieran tener resultados convencionales (del tipo “el ejército mejor equipado, entrenado y organizado será potencialmente victorioso sobre el ejército peor equipado, entrenado y organizado”). Podríamos suponer, entonces, que en su contra está la lucha del débil militarmente (o “físicamente”) por hacer que las guerras se libraran en terrenos donde el poderío militar no fuera el determinante.

Las guerras “más modernas” o “posmodernas” no son, entonces, las que ponen en el terreno armas más sofisticadas (y aquí incluyo no sólo a las armas como técnica militar, también las tomadas como tales en los organigramas militares: el arma de infantería, el de caballería, el arma blindada, etc.), sino las que son llevadas a terrenos donde la calidad y cantidad del poder militar no es el factor determinante.

Con siglos de retraso, la teoría militar de arriba descubría que, así las cosas, serían posibles conflictos en los que un contrincante abrumadoramente superior en términos militares fuera incapaz de imponer su voluntad a un rival débil."

[...]

"Sin embargo, la guerra está ahí y sigue ahí su cuestión central: la destrucción física y/o moral del oponente para imponer la voluntad propia, sigue siendo el fundamento de la guerra de arriba.

Entonces, si la fuerza militar (o física, reitero) no sólo no es relevante sino que se puede prescindir de ella como variable determinante en la decisión final, tenemos que en el conflicto bélico entran otras variables o algunas de las presentes como secundarias pasan a primer plano.

Esto no es nuevo. El concepto de “guerra total” (aunque no como tal) tiene antecedentes y ejemplos. La guerra por todos los medios (militares, económicos, políticos, religiosos, ideológicos, diplomáticos, sociales y aún ecológicos) es el sinónimo de “guerra moderna”.

Pero falta lo fundamental: la conquista de un territorio. Es decir, que esa voluntad se impone en un calendario preciso sí, pero sobre todo en una geografía delimitada. Si no hay un territorio conquistado, es decir, bajo control directo o indirecto de la fuerza vencedora, no hay victoria."


[...]

"Sí, las guerras ahora no se conforman con conquistar un territorio y recibir tributo de la fuerza vencida. En la etapa actual del capitalismo es preciso destruir el territorio conquistado y despoblarlo, es decir, destruir su tejido social. Hablo de la aniquilación de todo lo que da cohesión a una sociedad.

Pero no se detiene ahí la guerra de arriba. De manera simultánea a la destrucción y el despoblamiento, se opera la reconstrucción de ese territorio y el reordenamiento de su tejido social, pero ahora con otra lógica, otro método, otros actores, otro objetivo. En suma: las guerras imponen una nueva geografía." (Carta primera a Luis Villoro)



Dentro de la teoría militar (del siglo pasado) se hablaba de conflictos de alta, mediana y baja intensidad. Siendo los conflictos de alta intensidad los que correspondían a aquellos en los que el conflicto no tiene barreras geográficas y se desarrolla con tecnología militar avazada (pj. la primera y segunda guerra mundial). Por su parte, los conflictos de mediana intensidad son aquellos que involucran a dos o más países. Mientras que los conflictos de baja intensidad son aquellos que se llevan a cabo al interior de los estados y no entre estados, por lo que se manifiestan en "guerra irregular", es decir, aquellas operaciones militares en las que uno de los oponentes no es un ejército, sino un grupo guerrillero o un conjunto de milicias insurgentes. La Doctrina de Seguridad Nacional surgida en el marco de la guerra fria, o tercera guerra mundial, afirmaba que el enfrentamiento entre el bloque "capitalista" y el bloque "comunista", se manifestaba en lo que se llamó "la subversión interna" (conflictos de baja intensidad), la cual supuestamente era promovida y patrocinada por el bloque comunista como parte de un supuesto intento de revolución comunista mundial. La DSN fundamentó su orientación en que todo individuo era un amigo o enemigo; que América Latina se encontraba en guerra contra el comunismo mundial; que América Latina debía permanecer dentro del bloque de países capitalistas; que la guerra era global, total, indivisible y permanente; y que por lo tanto, todas las actividades colectivas o individuales habría que enmarcarse dentro de un escenario de guerra, en el que sólo hay cabida para estar a favor o en contra. Sobre la base de este escenario de guerra los teóricos de la DSN consideraron a las fuerzas armadas como garantes de la seguridad, del desarrollo y del progreso de las naciones.

Lo mismo en la guerra regular (o convencional) que en la irregular la lucha por la derrota moral del oponente cobra una importancia que hay que valorar adecuadamente. La destrucción moral del oponente puede hacer uso de distintas estrategias. La mentira y el terror, son tal vez, dos de sus más poderosas armas. Ambas confluyen en lo que conocemos como "guerra sucia". En la guerra sucia no existe declaración de guerra, no existe reconocimiento del oponente como fuerza beligerante, tampoco hay reconocimiento político, ni reconocimiento de los acuerdos de la Convención de Ginebra. En la guerra sucia se hace uso de fuerzas paramilitares y/o militares para atacar indiscriminadamente a la población civil para así generar terror y restar un posible apoyo a los insurrectos; además se ataca a los grupos bases de apoyo del fuerza oponente, se violan constante y permanentemente los derechos humanos (desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, violaciones masivas de mujeres, secuestro, etc.) y se hace uso de los medios de comunicación masivos para difundir mentiras, provocando así la desinformación y la manipulación.

La guerra sucia ha sido exportada a todo el mundo por el ejército gringo, sin embargo, fueron los franceses quienes desarrollaron inicialmente esta variante de lucha antisubversiva. Los generales franceses Roger Trinquier y Paul Aussaresses a partir de sus experiencias contrainsurgentes en Indochina y Argel teorizaron ampliamente sobre técnicas de guerra sucia (represión en zonas urbanas, allanamientos, fichaje, extorsión, tortura, desaparición), mismas que posteriormente aplicaron en toda Latinoamerica, empezando por Argentina tras el golpe militar de 1975. Sin embargo, fue desde 1961 que los militares franceses y sus pares gringos comenzarón a impartir cursos a militares de al menos 13 países latinoamericanos. La operación Cóndor, una de las operaciones contrainsurgentes más importantes en el siglo XX extendió la guerra sucia por toda américa latina: 50,000 asesinados, 35,000 desaparecidos, 400,000 presos, fue el saldo de la misma.

La Doctrina de la Seguridad Nacional fue diseñada para la participación del Ejército (obviamente con apoyo y asesoría externa) en conflictos de baja intensidad desarrollados al interior de los estados y por supuesto, como proyecto de intervención yanqui en toda américa Latina. Al respecto, en general, son tres las categorías de acción que la DSN presupone para los conflictos de baja intensidad, a saber: la contrainsurgencia, la insurgencia anticomunista y el contraterrorismo. En 2009 el Pentágono desclasificó un Manual de Técnicas Contrainsurgentes. En él se afirma que la insurgencia busca debilitar el poder gubernamental existente, su control y su legitimidad por medio de la violencia. A contraparte, la contrainsurgencia es vista como el conjunto de todas aquellas "acciones políticas, económicas, militares, paramilitares, sicológicas y cívicas que puedan ser tomadas por un gobierno para lograr su objetivo", que no es otro, sino la eliminación física de los insurgentes, quienes amenazan "la seguridad y bienestar de la población". En contrainsurgencia, dice el manual, “el lado que aprende más pronto y se adapta más rápidamente –la mejor organización para el aprendizaje– es el que usualmente gana”. Y en otro lugar, apunta: "Conducir una campaña de contrainsurgencia exitosa requiere de una fuerza flexible, adaptable, dirigida por líderes ágiles, bien informados y astutos culturalmente". En lo que respecta al contraterrorismo, este comprende toda las medidas ofensivas para prevenir, disuadir y responder al terrorismo. Las acciones contraterroristas son realizadas generalmente por fuerzas de élite altamente equipadas y entrenadas para ese propósito. Finalmente, en cuanto a la conformación de una fuerza insurgente anticomunista (aunque actualmente el comunismo no es visto por el ejército gringo como una amenaza real), esta no es otra sino la conformación de fuerzas paramilitares, apoyadas por las burguesías locales, nacionales y trasnacionales, entrenadas por la CIA, el ejército nacional y el ejército gringo, creadas con la intención de golpetear (sembrar terror y mentira) a las organizaciones insurgentes, a gobiernos populistas o nacionalistas, y por supuesto a todas aquellas organizaciones sociales que pudieran concentrar en determinado momento un amplio poder de convocatoria para cuestionar el gobierno en turno, pero también para crear un clima de desestabilización e ingobernabilidad, como actualmente está sucediendo en Siria y en otros países del norte de áfrica y medio oriente, donde la insurgencia paramilitar es activada para justificar intervenciones y derrocar gobiernos "enemigos".

Una de las estrategias de mayor impacto, por sus consecuencias graves y permanentes, dentro de las operaciones de contrainsurgencia, son las llamadas "Acciones cívico-militares". A dichas acciones se les considera civiles por contar con el apoyo y respaldo de amplios sectores reaccionarios de la burguesía nacional y trasnacional; se les considera militares por estar planeadas y ejecutadas por los ejércitos (nacionales y extranjeros), sus paramilitares y por mercenarios. Las Acciones cívico-militares son parte importante de los conflictos de baja intensidad o de guerra irregular y éstos se realizan en cuatro fases: 1. búsqueda de acercamiento entre el ejército y la población civil mediante la aplicación de "programas sociales"; 2. Identificación del sustento político y económico del enemigo; 3. Ubicación espacial y geográfica del enemigo; 4. Ataque al enemigo. En la cuarta etapa, que es el ataque al enemigo, se ponen en acción distintas operaciones militares, tales como la operación rastrillo, operativo envolvente, y los bombardeos indiscriminados donde lo característico es arrasar con todo aquello que tenga vida, sea humana, vegetal o animal; además usualmente, para cuando ya se está aplicando la cuarta etapa, ya se han eliminado o desterrado a líderes populares, reventado el tejido social de las organizaciones civiles, desaparecido, torturardo y asesinado a decenas de activistas. Guatemala, Colombia, Honduras, Nicaragua, México, Chile, son países donde aun quedan heridas abiertas por estas "sucias" acciones cívico-militares, que sin embargo, continúan aplicandose impunemente hoy.

Entre las acciones intervencionistas que Estados Unidos ha orquestado en su supuesta lucha contra el comunismo internacional, y que han seguido los postulados de la DSN, están: la Operación Mandrake en Bolivia, Operación Popeye en Laos, Operación Revuelta en Pánama, Plan Camelot en Chile, Plan Lasso en Ecuador y Colombia, Plan de Aldeas Estratégicas en Vietnam, Operación 20 en Cuba, Plan Colonia en Perú, Alianza Anticomunista en Argentina, Operación Tonton Macouts en Haití, Operación Rosa Blanca en Cuba, Operación Patria y Libertad en Chile, Escuadrón de la Muerte en Brasil, Operación Mono en Nicaragüa, Operación Gato en Venezuela, Halcones en México, Operación Guerreros Blancos en El Salvador, Operación Causa Justa en Pánama, y por supuesto el Plan Colombia, el Plan México, Plan Patriota, etc.

Aviación y contrainsurgencia. En un texto donde se analiza la participación de la fuerza área estadounidense en guerra de baja intensidad, se describen así las ventajas y desventajas del uso de la fuerza áerea en labores de contrainsurgencia: "El poderío aéreo es sumamente importante para COIN (contrainsurgencia). Tácticamente, ofrece a las unidades pequeñas la conciencia de situación, la movilidad y el poder de fuego necesarios para aplastar a los insurgentes y explota la vulnerabilidad de éstos impidiéndoles que concentren fuerzas o retengan posiciones fijas. Sin embargo, debemos tener cuidado de no exagerar el valor del poderío aéreo. La ventaja militar del punto elevado del poderío aéreo se convierte en una desventaja (o es irrelevante) en otras fases de COIN dirigidas a controlar poblaciones, que viven en el punto bajo. El poderío aéreo no puede proporcionar la presencia personal de un “policía en la esquina”, ni provee servicios comunitarios básicos. La población local puede buscar y solicitar asistencia de las fuerzas de tierra y otros representantes del gobierno en el área local, pero esencialmente no tienen contacto con el poderío aéreo. COIN e IW tienen que ver con la legitimidad del gobierno—gobierno próximo y personal. El contacto cara a cara no es un punto fuerte del poderío aéreo."

Entre los operativos contrainsurgentes más conocidos y donde la aviación ha tenido una participación importante, tenemos varios ejemplos en Colombia, donde la fuerza áerea no solamente bombardea indiscriminadamente a la población civil, sino particularmente, también realiza operativos de búsqueda y aniquilamiento de líderes rebeldes. Por ejemplo, el bombardeo al campamento internacional de paz de las Farc-Ep en 2008 donde murieron masacrados el comandante Raúl Reyes, 20 guerrilleros y 4 estudiantes mexicanos internacionalistas. Otro ejemplo similiar, fue el bombardeo al campamento donde se encontraba el jefe militar de las Farc-Ep, Jorge Briseño, alias "Mono jojoy", así como recientemente la operación Odiseo donde resultó muerto el jefe del secretariado de las Farc-Ep, Alfonso Cano, quien fue cazado después de dos años de persecución. Alfonso Cano se encontraba en las montañas de Tolimá, las más altas de Colombia ha inicios de 2011. Los satélites altamente especializados de la CIA y el pentágono poco sirvieron para rastrearlo pues la nubosidad espesa es una de las características más importantes de esa cordillera andina. De igual manera la fuerza áerea colombiana poco podía coadyuvar en la búsqueda y rastreo del comandante Alfonso Cano. Se dice que entonces, como parte de una amplia operación contrainsurgente, el ejército colombiano mandó miles de soldados para levantar un cerco a la columna guerrillera en la que se movía Alfonso Cano, así como dispersar a las otras columnas que hacían de círculos de seguridad a la columna del mando central, lo cual lograron después de varios meses. A punto de cerrarse la pinza, Alfonso Cano tuvo que abandonar las montañas de Tolimá. Algunos medios refieren que al descender de las montañas los satélites militares dieron con su paradero (es es la razón de que anduviera rasurado en el momento de su caída en combate). El mal tiempo, sin embargo, hizo que la columna del comandante Alfonso Cano, se les perdiera durante varios días. Cuando finalmente lo volvieron a localizar la fuerza áerea fue mandada a atacar, causando graves daños a la columna guerrillera pero sin logar matar a Alfonso Cano. Lamentablemente, a pesar de su amplio conocimiento del terreno y gran movilidad, el comandante Alfonso Cano fue ejecutado en una acción en tierra, en un enfrentamiento donde el llevaba las de perder pues no era acompañado más que por su guardia personal. Es decir, que la aviación y el uso de satélites militares altamente especializados, poco sirven si el clima presenta gran cantidad de nubosidad... ellos lo saben. Nosotros también tenemos que tomarlo en consideración.

A manera de conclusión provisional, podríamos afirmar que actualmente, y tal vez siempre ha sido así, aunque esto pudiera ser un arcaísmo, toda guerra es también una guerra sucia, por cuanto que en toda guerra se busca la derrota moral del oponente y para ello no hay mejor (o peor, que para el caso es lo mismo) manera que degradarlo, humillarlo, violarlo, torturarlo... En este sentido, es importante dejar en claro que la implementación de estrategias de guerra sucia en el combate a la "subversión interna" da lugar a la conformación de estados terroristas. La guerra sucia hace del terror una política de estado. Es decir, guerra sucia es igual a terrorismo de Estado. La contrainsurgencia no es una lucha centrada en lo militar sino una lucha integral que reparte sus operaciones en lo político, en lo económico, en lo religioso, en lo ideológico, en lo cultural, con el fin de eliminar la "subversión interna". "Los gestores de la guerra subversiva intentan silenciarla -dice un libro de técnicas en contrainsurgencia escrito por un oficial retirado del pentágono-, puesto que su avance depende en buena medida de la falta de conocimiento que tiene el oponente atacado sobre las tácticas y procedimientos que lo hieren." Es decir, necesitamos estudiar la represión y los operativos contrainsurgentes que se lanzan contra los movimientos sociales para así, en el mejor de los casos, tener capacidad de neutralizar dichos operativos y en el peor de los casos, saber como apoyar a la población reprimida.

En la siguiente entrega de esta serie de artículos comentaremos algunas historias de guerra sucia llenas de terror y mentira que merecen ser estudiadas con detenimiento.

Gracias

Noviembre 2011

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