martes, 22 de enero de 2013

Tauromaquia: La contrainsurgencia (no es) transparente

Las palabras de Carlos Montemayor al final de su ensayo “La guerrilla recurrente” (fechado en 1998, editado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua) son de una claridad que no sólo no pierde vigencia, sino que se actualiza con la ofensiva contrainsurgente en curso: “La guerra es un proceso con muchos recursos y facetas. La planeación, organización, sostenimiento y desarrollo de la guerra no son asuntos simples, sino de imaginación, oportunidad, decisión, inteligencia. La guerra no siempre tiene el rostro descubierto. Inventa discursos, imagina causas y explicaciones, cambia los nombres de las cosas. La guerra no siempre aparece diciendo que su nombre es ése.

“La guerra dice que ella no mata ni amenaza ni quema ni destruye; son los otros, son los pueblos mismos quienes se enfrentan y combaten entre sí. Conforme la violencia crece en regiones elegidas, ella argumenta que esa violencia la generan las propias comunidades y justifica su intervención como fuerza de pacificación entre todas las partes. Queda al margen de los pueblos mismos. Se presenta como el único factor que puede resolver esas luchas intercomunitarias. 

“Pero incluso durante el despliegue de sus facetas económicas y de progreso, la guerra necesita privacidad. Quiere a solas inventar cómo ocurren las cosas, insiste en que la versión de la realidad que ella socava provenga sólo de ella misma. Nadie más debe acercarse a mirar.” 

El contexto la contrainsurgencia, comandada de nuevo por el priismo desde Los Pinos, nos hace recordar la sabiduría de Carlos Montemayor. Fue el primero en entender la legitimidad del alzamiento zapatista en 1994; mientras el primer editorial de La Jornada hacía la distinción entre los indígenas pobres y la cúpula de profesionales de la violencia y aventureros. De hecho, las estratagemas de Guillermo Almeyra de alabar a las bases zapatistas y criticar a su dirigencia, por su supuesto extravío ideológico- político, son el regreso a esa primera editorial de La Jornada: indios pobres sí, dirigentes radicales no.

Hoy la estrategia de Carlos Salinas de Gortari para su venganza contra el EZLN, por haber destruido su castillo de naipes primermundista, cuenta con aliados a derechas a izquierdas. No hablamos de una conspiración: mera convergencia de intereses entre derechas e izquierdas, a quienes el EZLN les estorba y tienen cuentas pendientes que arreglar con él. El análisis que hace Gaspar Morquecho es muy útil:[1] Desde el inicio la consigna ha sido aislar a los indígenas zapatistas de los demás indígenas de Chiapas, de México y del país, y de los demás sectores de la sociedad. Quitarle el agua al pez. Complemento de introducir peces más agresivos: paramilitarismo.

La estrategia de distribuir limosnas (combate a la pobreza, hoy de manera más cínica: combate al hambre) es central. Aunque el dinero destinado a ello no llegue a las comunidades, no alivie sus graves condiciones económicas, causadas por el despojo, la explotación, el racismo y la violencia represiva: personajes como Eraclio Zepeda, Luis H. Álvarez, Adolfo Orive y Dante Delgado Rannauro han sido parte de los distintos equipos que han usado el dinero y los programas sociales para tratar de aislar a los zapatistas de los indígenas que acepten las dádivas. Y para que algunos se vuelvan antizapatistas e incluso paramilitares, bajo diferentes siglas como la OPDDIC y diferentes logos partidistas: PRI, PFCRN, PRD, PVEM. De nuevo, el citado artículo de Gaspar Morquecho es muy claro al respecto.

La estrategia militar sigue siendo la clave, pero acompañada de propaganda dirigida a mentes y corazones: dinero, programas sociales y spots: al tiempo que impulsaba la contrainsurgencia paramilitar, Juan Sabines (AMLO, PRD, PT, Convergencia) pregonaba en México y el mundo que era un gobierno progresista, respetuoso de los derechos humanos: gacetillas en La Jornada; spots en televisión donde, orgulloso, lo reivindicaba el PRD; financiamiento de una película del pejista Luis Mandoki; medalla del Congreso chiapaneco a la inefable Poniatowska…[2] ¿se acuerdan de ello ahora que a Juan Sabines la prensa chiapaneca lo exhibe como autor de peculado? Ahora La Jornada reproduce como noticias de primera plana las gacetillas de Velasco Coello pidiendo “respeto a los Acuerdos de San Andrés” Y Amlounimous sube a la página de la Sedena un mensaje zapatista viejo, anterior a la Sexta Declaración de la Selva Lancandona, pero twittea que lo importante es el mensaje, no el EZLN. ¿Ahora los pejefans pretenderán ser más zapatistas que el EZLN? Da la impresión de que las habilidades técnicas de Anonymous México rebasan con mucho su (in)formación política.

La estrategia de priistas y expriistas hoy es una especie de contrainsurgencia de amplio espectro: Echeverría los aplaudiría. Velasco Coello, Peña Nieto, Osorio Chong, el PRD, López Obrador, todos, coinciden en aplaudir la resistencia zapatista y llamar a “que se cumplan los acuerdos de San Andrés”, mientras sus medios, columnistas, articulistas, caricaturistas y trolls siguen difundiendo la teoría de la conspiración de que los zapatistas son un movimiento “manipulado por Salinas y el PRI”. Al igual que, cuando el EZLN desplegó su bandera de México, Camacho Solís se colgó de ella, rápido, para la foto, así hoy AMLO, el PRD y el gobierno priista (todos ellos parte del indigenismo zombi[3]) se cuelgan de la bandera de los derechos indígenas para hacer aparecer al EZLN como los radicales que rechazan la mano del diálogo y la concordia.

El inicio de una campaña, la enésima, de combate a la pobreza (al hambre) precisamente en Las Margaritas, Chiapas, transmitido en cadena nacional, es un mensaje contrainsurgente: Para la población desinformada y sin memoria, la inmensa mayoría, parece que no hay problema, que el gobierno abrirá el monedero mágico (¿Soriana y Mónex?), pero para los zapatistas es una declaración de guerra, un: venimos a su territorio y ponemos las reglas de la nueva contrainsurgencia. Y así respondieron, con una britney-señal.[4]

El EZLN queda entre la espada y la otra espada: Si aceptaran el diálogo (que no aceptará, sus comunicados lo dejan ver gráficamente) los linchadores del zapatismo los pondrían como “vendidos” y les harían un lugar al lado de los traidores de la “única izquierda realmente existente”, pero si rechazan el diálogo, la contrainsurgencia periodística, literaria e intelectual de viejo cuño (hoy desplazada por la fogosidad de la contrainsurgencia de La Jornada y El Chamuco) dirá: “ultras”, “fundamentalistas”, “irracionales” y los pondrá al lado de los huelguistas de la UNAM; los malos e intransigentes (tan distintos de los chicos lindos de la primavera democrática en la Ibero). El hinchamiento sería equivalente al de los tiempos en que las huelgas de la UNAM eran reprimidas por gobernantes del PRD en el GDF como Rosario Robles, tan aplaudida en La Jornada en esa época, por cierto otra vez funcionaria en el gobierno, pero ahora el federal.

Y otra de las cosas graves es el problema de comunicación que enfrenta el EZLN, bloqueados sus canales anteriores a 2001 en los medios comerciales y hoy incluso emponzoñados por autores de libelos como Sanjuana Martínez, Julio Hernández y moneros como Helguera y Hernández. Sus comunicados están confinados en la Internet (y a ratos Enlace Zapatista se satura y no abre), en un país donde sus usuarios son aún minoritarios, pero los libelos contra ellos circulan en impresos y medios de todo tipo, de izquierdas y derechas.

Ante ello, puede resultar insuficiente el intento de los zapatistas de usar el lenguaje más sencillo y didáctico; los videos que explican la situación con manzanitas, a riesgo de simplificar; las caricaturas y las alusiones a series de televisión como un guiño de estar cerca de la gente de a pie, de los compradores de dvds o blue reys piratas, etcétera.

El análisis de Gaspar Morquecho es, más que despiadado, realista. Al igual que él, esperamos equivocarnos. Porque es entrañable que los zapatistas siempre estén del lado del toro y no del torero, pero en la contrainsurgencia mediática, el público suele cargarse del lado del figurín, ¿o maniquí?, con traje de luces. 

Hace falta desterrar la idea de que los gobernantes son simplemente tontos; es un chiste de fácil éxito entre la fanaticada inconforme con las pasadas elecciones; sin embargo, los priistas son de la estirpe de Echeverría: la contrainsurgencia en México era equiparable a la del Cono Sur, pero la imagen de Echeverría en el mundo era de solidario con los exiliados, héroe de Castro y de la Revolución Cubana (el libro de Montemayor La violencia de Estado en México, antes y después de 1968 es ilustrativo al respecto) y portavoz de los discursos de los no alineados (igual que, en una película, Cantinflas que critica a “rojos” y “verdes” en la Sociedad de Naciones). Repetir ese éxito es la apuesta de Salinas, por cierto, también con buenas migas en Cuba, ¿o ya no?

La invitación a los compañeros de viaje del zapatismo es a leer los comunicados zapatistas, pero también el análisis de Gaspar Morquecho, y si les da tiempo incluso El Príncipe, de Maquiavelo, y los Diálogos en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, de Maurice Joly[5]. Porque viene una fase de la contrainsurgencia en la que todos los antizapatistas van juntos: ellos parecerán más defensores de los indios que los propios indios; parecerán más defensores de los Acuerdos de San Andrés que el EZLN y el CNI juntos, y parecerán más amantes de las bases zapatistas que la dirigencia del EZLN. Si logran que el público se trague ese engaño (y el público de la tauromaquia se traga todo lo que vaya en luces y colores), vienen tiempos muy duros para el zapatismo, en toda la extensión de las palabras.

De todas maneras, sabemos que los indígenas han resistido más de 500 años, son expertos; el que quién sabe si aguante es el país. Por eso la tesis de Carlos Montemayor de “la guerrilla recurrente”: el poder aplasta rebeliones, pero no cambia las condiciones que hacen posible que florezca la rebeldía. Cerremos precisamente con palabras de Montemayor: “Avanza la guerra diciendo que es pacificación. Va ganando un terreno que no es simple ni fácil. Es el momento de que todos sepamos que se trata de una guerra. Propongo que esto lo sepamos todos más allá de la cúpula del poder que la decide y permite. Es el momento de comprender que tenemos que frenar la guerra.” Como enseñó Gandhi la mentira engendra más violencia, para construir la paz tenemos que aguantar de frente la verdad sobre la contrainsurgencia.

Javier Hernández Alpízar

[1] Gaspar Morquecho, México: Los indios son ahora asunto de Estado y de Seguridad Nacional, http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/44339-mexico-los-indios-son-ahora-asunto-de-estado-y-de-seguridad-nacional.html

[2] La nada precoz relación de Juan Sabines con Luis Mandoki, http://zapateando2.wordpress.com/2011/03/02/la-nada-precoz-relacion-de-juan-sabines-con-mandoki/ Chiapas, reprimidos y premiados: http://zapateando2.wordpress.com/2010/08/10/chiapas-reprimidos-y-premiados/

[3] Hermann Bellinghausen, Indigenismo zombi, http://www.jornada.unam.mx/2013/01/21/opinion/a10a1cul

[4] EZLN, Para Alí Babá y sus 40 ladrones, gobernadores, jefe de gobierno y lame-suelas, http://zapateando.wordpress.com/2013/01/22/para-ali-baba-y-sus-40-ladrones-gobernadores-jefe-de-gobierno-y-lame-suelas/

[5] Maurice Joly, Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, On line: http://bibliotecaesceptica.wordpress.com/2008/02/02/dialogo-en-el-infierno-entre-maquiavelo-y-montesquieu-maurice-joly/

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